Nightfall Castle
¿Quieres reaccionar a este mensaje? Regístrate en el foro con unos pocos clics o inicia sesión para continuar.
Bienvenidos

blah blah is reserved by BLAH until forever
blah blah is reserved by BLAH until forever
blah blah is reserved by BLAH until forever

Últimos temas
» Firmeria Oficial - NightFall Castle {A B I E R T A}
El Ocaso - Capítulo I EmptyMar 19 Feb - 21:51:04 por Invitado

» Visitando a una vieja amiga (Dimitri)
El Ocaso - Capítulo I EmptyLun 18 Feb - 17:31:19 por Invitado

» Nuevo comienzo (Integra V.H.)
El Ocaso - Capítulo I EmptyDom 27 Mayo - 6:24:43 por Invitado

» Una memoria inusual (D.S.)
El Ocaso - Capítulo I EmptyJue 17 Mayo - 15:25:47 por Invitado

» Una mision...secreta (Victoria)
El Ocaso - Capítulo I EmptyLun 14 Mayo - 15:40:14 por Invitado

» Algo sin remedio (R.H. y F.T.) [RETO]
El Ocaso - Capítulo I EmptySáb 5 Mayo - 16:39:21 por Invitado

» Conociendo algo diferente (Kristen o Libre)
El Ocaso - Capítulo I EmptyMiér 2 Mayo - 9:46:42 por Invitado

» Comenzando a desobedecer? (Barakel)
El Ocaso - Capítulo I EmptyDom 29 Abr - 6:41:21 por Invitado

» Return to the Stage // Confirmacion
El Ocaso - Capítulo I EmptyMar 24 Abr - 17:06:57 por Invitado

» Avada Kedavra! ~ Confirmación Élite
El Ocaso - Capítulo I EmptyDom 22 Abr - 16:10:17 por Invitado


El Ocaso - Capítulo I

Ver el tema anterior Ver el tema siguiente Ir abajo

El Ocaso - Capítulo I Empty El Ocaso - Capítulo I

Mensaje por Invitado Miér 27 Abr - 20:42:34

-¿Entregarías la vida por alguien alguna vez?- Allí estaba esa voz angelical otra vez… Una dama peculiar que sabía cómo causar un dilema en la mente más complicada con su dosis de ternura. –No… ¿Por qué habría de hacerlo?- Conteste con una media sonrisa al seguir la silueta de mi hermana a través de la estancia. ¿Cómo una mujer con rostro de ángel podría ser un demonio? Pensé en medio de mi dubitación, posando mi mirada en aquellos ojos de esmeralda de Anastasia que parecían ocultar algo más que su máscara de ternura. Así era ella, tan certera y confusa a la vez, despertando mi curiosidad con una de sus tantas filosofías de la vida… Era tan pequeña… Tan frágil… Lo cual, a mi opinión, le hacía tan peligrosa como letal. Ella solo sonrió como una imprecisa respuesta a mi pregunta, ladeando su lánguido rostro y acercándose para acunar el mío entre sus manos. –Tu único defecto, querido Baltazar, es pensar demasiado aunque no lo aparentas…- ¿A qué demonios se refería ahora? ¿Acaso sabía algo que yo no? Trate de replicar a sus palabras pero el ruido de un carruaje irrumpió el mínimo silencio que deambulaba en el amplio recinto. Prontamente se escucharon pasos pesados sobre el cobertizo, acompañado de un aura espectral que solo podía responder al llamado de las sombras. Era él, el sumo protector de nuestro clan, un verdadero asesino que no temía demostrar su naturaleza ante nada ni nadie… Un verdadero maestro del terror… Aunque incluso él, temía a alguien más…

-No sabía que vendrías tan pronto… Hades…- Comenté con una inusual seriedad, acercándome para estrechar su mano enguantada y enfocar sus ojos de océano tras la capucha de la túnica negra que cubría sus más de dos metros de extremidades. –Baltazar… Siempre tan imprudente como despistado… He acordado que vendría a la caída del solsticio de invierno y siempre he de cumplir mi palabra…- Bastardo puntualista, pensé al rodar los ojos a un lado, chasqueando mi lengua contra el paladar para después sentir como una montaña golpeaba mi nuca a toda velocidad. Era él, irrumpiendo en mis pensamientos una vez más y dándome un golpe tras mi cuello con una sonrisa extraña y retorcida. Una de esas que Hades demostraba tras una buena masacre. Enarque una ceja antes de girarme, pero antes de responder a su pequeña muestra de afecto, Anastasia ya estaba entre sus brazos estrechándolo como a un padre.

Una de las tantas cosas en mi manual de equivocaciones es: No meterse bajo ninguna circunstancia con Hades, es más grande y poderoso que yo… No meterme en la cocina antes de las comidas y husmear entre los trastes como perro hambriento y… Ah… Si… No atravesarme en el camino de Anastasia… Ella era lo más parecido a una serpiente que acunas cariñosamente sobre tu pecho, aguardando el mejor momento para depositar su veneno con el mínimo de dolor, pero su especialidad no era esa, era más complaciente la muerte del alma que la del cuerpo. ¿Y en su lista? Tenía más muertes de las que yo podía contar. No obstante a ello, era la mujer de nuestro líder… Damon… El diablo personificado en la faz de la tierra… Un ser digno de temor y respeto, tan implacable como mortífero… Alguien que me colgaría del miembro solo por burlarme del peinado de mi pequeña hermanita… Mi pequeño tesoro… Si he de perder la vida por alguien, seria por ella… Recapacité al verla conducir a Hades al recibidor, ella ha permanecido a mi lado e incluso sacrificado su libertad por evitar mi condena… Una que el destino pronto se encargaría de cobrarme…

-Maldición Baltazar… ¡Pon atención!- Demandó Hades con un nuevo golpe siniestro en la boca de mi estomago, removiendo todo mi almuerzo solo porque me había distraído con una araña que se paseaba sobre mi zapato… ¿En que estaba? Oh, si… La araña… Pero una mano suave y lánguida alzo mi rostro con suavidad y deposito un beso sobre mi mejilla para apaciguar mi distracción. –Perdónalo, Hades… Baal ha estado muy distraído últimamente ya que no se ha alimentado de un ente poderoso… Por ello requerimos de tu ayuda, necesitamos a un cazador experto que ubique inmediatamente al Clan de Salem que ha llegado a esta localidad, necesitamos un trabajo rápido y preciso… Nos alimentaremos de sus miedos, los mataremos y finalmente nos marcharemos a Roma para reunirnos con Damon.- Replicó Anastasia con una cierta autoridad que había aprendido de nuestro líder… Sosteniendo su sonrisa discreta en medio de un gesto dulce y un brillo siniestro revoloteando en su mirada. -Un momento, ¿Haremos una cacería de brujas?- No pude evitar refunfuñar con el ceño fruncido y los brazos cruzados sobre mi pecho. –No se trata de cualquier cacería de brujas, Baal. Son un Clan poderoso y bien articulado que han logrado escapar de la matanza. Son agiles y fuertes, en unidad son casi invencibles… Su única debilidad es su mortalidad, debemos escoger a algunos de ellos y atraerlos a nuestra causa, y una vez que el trabajo este cumplido, los asesinamos sin dejar rastro y nos largamos de este pueblo inmundo como ha dicho Anastasia… ¿Esta claro, Baal? No podemos conservarlos como mascotas. No son nuestro ganado.- Aclaró Hades con cierta malicia, sacando a relucir que anteriormente me había encariñado con un mortal y había optado por conservarlo en secreto como mi esclavo. –Esta vez no habrá errores… Me encargaré de que todo se cumpla tal como Damon lo ha dispuesto- Anastasia colocó su mano sobre mi hombro como una réplica silenciosa ante mi conducta pasada. Asentí como un muchacho recibiendo una simple instrucción, tratando de regular mi propia respiración ante un presentimiento extraño de que la lejanía me deparaba algo desconocido. Pero… ¿Qué seria ese algo?

Vi como lentamente caía el anochecer, trayendo consigo la negrura el cielo y una brisa fría que vaticinaba una pronta tormenta… Una noche intranquila colmada por una espesa neblina que se colaba por mi ventana; Allí estaba yo, completamente solo en mi recamara mientras el resto de mi clan dormía. En mi mente se colaba una tonada clásica de aquellos festines de antaño en el Palacio de Roma mientras conversaba con mi amiga la Luna que cada noche era testigo de lo solo que me podía llegar a sentir. –Siempre solo…- Murmuré al sondear los jardines a través del cristal que recubría el ventanal, dejando que mi aliento empañara ligeramente el reflejo de mi rostro que se proyectaba a media luz. Automáticamente mi mano diestra se alzo hacia el medallón que descansaba sobre mi pecho, un fuerte sello permanente de mi clan que colgaba bajo mis ropajes como un concomitante recordatorio de que no pertenecía a este mundo, ni a ningún otro… Un clan maldito… Un exilio doloroso… Un cometa fuera de órbita… Un… Mi respiración se detuvo súbitamente, y una punzada cálida se instalo en mi pecho desnudo. Mis ojos buscaron la motivación de aquella reacción de mi cuerpo carente de alma, y entonces, fue cuando sucedió lo más inesperado.

Una mujer entre los pastizales que hizo con su mirada que en mi pecho palpitara un corazón… ¡Ella! Pensé mientras mis ojos horrorizados la observaron correteando como una bailarina inmaculada e iluminada por un manto estelar infinito, acariciando con sus manos de seda las verdes hojas del enrejado… Tan perfecta... Tan pura… Era ella.

¿Cómo podía reaccionar ante aquel impulso e correr hacia ella? ¿Por qué? ¿Para qué? Repentinamente, me vi a mi mismo bajando las escaleras de la mansión donde residíamos a oscuras y como si un incendio carcomiera mis entrañas… ¿Dónde estaba? Mis sentidos se agudizaron cuando abrí la puerta principal y entonces su aroma me golpeo como un tornado azotando mi rostro… ¿Cómo podía reconocer su aroma? ¿A qué se debía tanta urgencia? Eché un vistazo hacia atrás, tratando de localizar algún rastro de mi familia, pero la nada merodeaba dejando huella sobre la alfombra de la casa y se persignaba tras mi propio reflejo del espejo del vestíbulo. Camine con pasos pesados por los alrededores del jardín delantero, bordeando los frondosos rosales espinosos y escuchando una dulce risa que se colaba entre las enredaderas… Ella… Exclamo mi mente mientras me aferraba como naufrago a la orilla del barandal y entonces pude verle con claridad…

Mis ojos azulados se abrieron como platos al verla, paseando ante la luz de la luna llena por nuestro territorio, derrochando un suave albor sobre su piel morena, admirando como la brisa jugueteaba entre los pliegues de su vestido, como su cabello rizado de ébano burlaba mi cautela, como sus labios entreabiertos mostraban el su sonrisa perlada. –Es humana…- Me dije a mi mismo en apenas un hilo de voz, martirizándome ante el hecho de que ella representaba lo que yo no podía tocar… O llegar a ser… -¡Genneviere!- Clamo una voz masculina a lo lejos, develando el nombre de aquel ángel que había llamado a las puertas de la morada de un demonio… Ella giro sobre sus propios pies tratando de enfocar aquella voz que le parecía tan familiar, pero en cambio, frunció el ceño con un gesto particular de juego y corrió en dirección opuesta a la mía… ¿A dónde se dirigía con tanta prisa? Comencé a indagar al caminar cautelosamente entre las sombras, siguiéndole con suma curiosidad… La misma que un gato posee ante un objeto brillante y llamativo… -No Genneviere… En esa dirección vas hacia el bosque y es muy peligroso para una linda dama como tu…- Susurré como si ella pudiese escucharme, siguiendo su rastro entre la oscuridad y tomando un pequeño atajo hacia un pequeño riachuelo que bordeaba nuestra propiedad.

Ella continuaba danzando entre los descomunales troncos de pinos del bosque, escondiéndose de alguien entre risas y husmeando de vez en cuando a su alrededor… No temía a la noche… Eso era bueno… Era temeraria… Bien, eso no era tan bueno… Y menos cuando existían tantos depredadores por el lugar… ¿Es que acaso estaba loca? ¿No había escuchado los rumores de que criaturas malignas se habían instalado en ese preciso lugar? Negué con mi cabeza para tratar de dispersar tantas interrogantes que aturdían mi consciencia, pero entonces, un tropezón del destino la llevo justo hacia la boca del lobo…

Había corrido demasiado sin darse cuenta del camino, se encontró perdida tras quince minutos de zigzaguear entre los árboles y disfrutar su ilusión de ser encontrada por un príncipe encantado… ¡Falacias! Nada de eso existía… En realidad, corría demasiado peligro con mi sola presencia siguiéndola por el lugar… Podía sentir como la desesperación emanaba de su ser, como su respiración se torno frenética, y sus ojos hipnóticos trataban de captar alguna señal de vida que le indicara qué dirección tomar. -¿Hay alguien allí?- Pregunto con una voz melódica y algo temerosa, abrazándose a sí misma para protegerse del frio, retrocediendo azarosamente sobre sus pasos sin notar que se acercaba a un acantilado. –No te muevas… No he venido a dañarte…- Trate de calmarla, acercándome muy lentamente aunque mi silueta entre las sombras le hizo dar un salto hacia atrás… ¡Maldición! No sabía cómo actuar en este tipo de casos… No era un mediador o algún estúpido salvador, pero no podía permitir que la damisela cayera por el despeñadero y una vida más se malgastara por la nada… Genneviere dio su último paso en retroceso y su zapatilla resbalo en el borde del acantilado empinado, solo tuve un mínimo instante para extender mis brazos y sujetarla con fuerza para evitar su caída, atrayéndola con fuerza hacia mi pecho asistólico, acunándola para tratar de distraer su miedo, sintiendo como mi energía se acrecentaba por un extraño instinto de supervivencia no de mi mismo… Sino por ella…

Genneviere estaba paralizada, completamente helada por el frio, con sus ojos desorbitados fijados sobre mi rostro, con sus manos rígidas apostadas sobre mis brazos… -Descuida… Estarás bien…- Le susurre con una media sonrisa, quedando embriagado por la cercanía y el diminuto tamborileo de su corazón que galopaba como un caballo desbocado bajo su pecho. -¿Quién eres?- Pregunto al fruncir adorablemente su ceño sin señal de molestia u enojo… -Mi nombre es…- Entonces, tras la maleza, apareció un mortal desconocido cuyos ojos oscuros se fijaron amenazantes sobre nuestras figuras… -¡Genneviere! ¿Estás bien? Ven conmigo, te he estado buscando por todo el bosque… ¡Obedece! Es hora de marcharnos de este lugar…-
Invitado
Anonymous

Volver arriba Ir abajo

El Ocaso - Capítulo I Empty Re: El Ocaso - Capítulo I

Mensaje por Andrómeda Z. Belicova Lun 27 Jun - 21:24:21

ES GENIAL *W* LA ADORE QUIERO MAS
Andrómeda Z. Belicova
Andrómeda Z. Belicova
 V a m p i r o
Sexo :
Femenino

Mensajes :
105

Mis Recompensas :
226

Fecha de inscripción :
30/11/2009

Volver arriba Ir abajo

Ver el tema anterior Ver el tema siguiente Volver arriba

- Temas similares

Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.