Nightfall Castle
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El Palacio de Fuego [Privado]

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El Palacio de Fuego [Privado] Empty El Palacio de Fuego [Privado]

Mensaje por Invitado Jue 22 Abr - 14:24:26

El Palacio de Fuego estaba tallado con piedras preciosas de ardientes brillos. El suelo era de ágata y cornalina, con juegos marmóreos cambiantes y vivos, un suelo tan impoluto como el cristal, que ardía sin quemar ni consumirse. La apariencia era tan magnífica e irradiaba un inmenso poder con tan solo posar la mirada en las columnas que se erigían como un gigante aplastante…justo como me sentía en estos momentos, aplastado, derrotado, vacío, una marioneta que era guiado por los designios del Destino…las ganas de continuar existiendo eran consumidas por el fuego crepitante de los ríos del Infierno, sumergiéndome en un laberinto sin salida… mi alma inmortal era absorbida por un dragón lanzallamas sin reparo alguno y el corazón que había dejado de latir desde que había muerto como humano ahora estaba siendo arrancado de raíz, cediendo sin impedimentos, dejando solo un lugar hueco en el pecho envuelto en caos, destrucción y dolor …

Mi espalda hizo contacto con algo sólido…finalmente algo de donde sostenerme…forzaba a mi cuerpo a mantenerse consciente…obligándole a tragarse todo el dolor del que había sido causante…tenía que convivir con las imágenes que se repetían en mi mente…las que atestiguaban la felicidad que había destrozado sin repudio alguno…

Dejé escapar una carcajada lleno de dolor y odio. ¿Todo en mi vida se reducía a esto? Clavé la mirada en la pared que se encontraba frente a mí, perdiéndome en los intrincados símbolos que se lograban apreciar sin esfuerzo alguno. La pared que me sostenía (ahora lo comprendía) permitía que mi espalda resbalara para caer sentado y con las rodillas dobladas en el suelo. Con la mano empuñada di un golpe con fuerza producto del dolor que ya no lograba hacer salir de dentro de mí, notando con indiferencia como los huesos sonaban con un pequeño crack al romperse. Alcé la mano para dar otro golpe al sueño marmóreo cuando escuché un suave jadeo…tan ligero que lo más probable era que se tratara producto de mi imaginación…de mi único deseo que era escucharle de nuevo.

Coloqué las palmas sobre el suelo y al aplicar fuerza sobre éstas para levantar mi cuerpo, el dolor de los huesos que estaban fuera de su lugar, me hizo flaquear y ceder de nuevo. Después del segundo intento, logré acercarme al cuerpo inerte de Anastasia…sus cabellos como el ébano estaban esparcidos sobre la almohada contrastando con la tonalidad blanca de la funda de éste…su cuerpo estaba cubierto por una fina bata blanca que le daba la apariencia de estar serena, en paz y…durmiendo…la herida en su pecho había cicatrizado desde que habíamos cruzado el portal…era una lástima que no pudiese sanar así las heridas en mi pecho… Falsa alarma Centenares de veces, en los últimas fracciones de minutos mi mente me engañaba haciéndome creer que sus labios emitían sonido alguno. Caí de rodillas a un lado de la cama donde estaba ella y tras limpiar la mano sobre mi pantalón, tomé la suya entre la mía, entrelazando nuestros dedos. Despierta, princesa.

Un ruido extraño me hizo girar el rostro hacia las enormes puertas que se mantenían cerradas y custodiadas por dos demonios. Si alguien más osaba entrar para perturbar el espacio de Anastasia, cruzar palabras sería lo último en mi lista…


Última edición por Patrick Sinclair el Vie 23 Abr - 2:01:58, editado 1 vez
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El Palacio de Fuego [Privado] Empty Re: El Palacio de Fuego [Privado]

Mensaje por Invitado Jue 22 Abr - 19:50:09

Cuando durante la noche, se alza la mirada al cielo oscuro y la luna que ilumina los valles del NightFall se torna del color de la sangre, resulta un mal presagio. Esta noche en particular, estaba con Mariana en los jardines de nuestra mansión, cuando note que la luna carmesí se alzo en los cielos sobre un manto de nubes oscuras que no dejaban paso a la luz de alguna estrella a su alrededor. Un temor extraño abrió una brecha en el centro de mi pecho hasta que mi adorada prometida, despejo cualquier miedo con su serenidad absoluta. Sin embargo, algo no andaba bien.

Me sentía inquieto, con esa desagradable sensación de vulnerabilidad, dolor… Un peso peregrino que me oprimía con fuerza entre el pecho y la espalda. Tuve que sentarme sobre el pasto para recobrar el aliento en medio de mis respiraciones jadeantes que incluso lograron palidecer la tez de mi rostro. Algo no está bien… Puedo sentirlo… Alce mis manos para ver los temblores que envolvían las mismas y me convertían en un maldito anciano con Alzheimer. ¿Tal vez estaba exagerando? No… Lo supe cuando mi energía disminuyo drásticamente y mis fuerzas se nublaron al igual que el cielo maldito simbolizando sus malos augurios.

Las marcas en mis muñecas comenzaron a quemar como si fijaran varias brasas ardientes sobre mi piel hasta atravesarla y desgarrar cada capa de mi brazo. Mariana y yo nos sostuvimos el uno del otro, hasta que el poco brillo que la luna nos proporcionaba, fue extinto por una oscuridad absoluta. La luna, había desaparecido, dejando solo que la oscuridad vagara como un grito penumbroso para alertarnos de un evento de magnitudes catastróficas.

Insólitamente, mis ojos se elevaron con una plegaria hacia los dioses para que lo que estaba pasando por mi mente no fuera cierto… Algo me decía… Me gritaba… Me alertaba que se trataba de mi hermana… Y como una señal diabólica de los mismos, un trueno rojo dividió el oscuro cielo y una gota de lluvia cayó bajo mi ojo derecho, bajando hasta mi mejilla como si fuera una lagrima. Fruncí el ceño y limpie mi rostro de aquella humedad, solo para notar, que mis ojos funcionaban como cascadas sin saber la razón.

Mariana y yo, con un silencio sombrío nos comunicamos la agonía que recorría nuestras venas, nos transportamos hacia el Inframundo, y mi cuerpo respondió solo, corriendo y tropezando como una avalancha que barría con todo a su paso hasta llegar a su destino. Escuchaba los susurros de los sirvientes, veía las miradas lastimeras como puñales en los ojos desorbitados de todos, sentía como sin decir una mínima palabra, ya me manifestaban todo. Mi hermana estaba muriendo o estaría muerta a mi llegada.

Subí las escaleras hacia el dormitorio real, donde abrí las puertas con todas mis fuerzas hasta que el eco estallo por todo el Palacio de Fuego, y mi vista volvió a nublarse cuando vi el cuerpo de mi hermana embarazada sobre la cama sin dar señales de vida. Mi mirada se poso sobre Patrick que estaba a su lado, y solo me acerque en silencio arrastrando mis pies sintiendo como la fuerza me abandonaba Ella no está… Incluso terminar esa frase era demasiado dolorosa. Coloque mi mano ausentemente sobre su hombro y lo apreté en señal de comprensión hacia su dolor que se asemejaba al mío.
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El Palacio de Fuego [Privado] Empty Re: El Palacio de Fuego [Privado]

Mensaje por Invitado Jue 22 Abr - 23:33:29


Mis ojos se quedaron clavados en las enormes puertas ante el aura que se percibía, era inconfundible, se trataba de Baltazar, el único demonio que me había brindado ayuda en incontables ocasiones pidiéndome solo una cosa a cambio, cuidar de mi esposa. La ultratumba, Craig, la llamada alertándome de Uriel, sus palabras de apoyo y las inenarrables veces que me había servido de guía desde el momento en que Moroni me había dado un rango entre los de la Hermandad. ¿Qué hacía yo a cambio? Mi mirada se desvió de la entrada antes de confirmar que era él quien entraba en la habitación donde yacía Anastasia.

Las puertas se abrieron con un estruendoso golpe e intenté levantarme enseguida pero mi cuerpo no me correspondía…mis acciones y mis pensamientos no estaban coordinados…mi cerebro y mi cuerpo no se acoplaban ni se entendían…cuán débil y desorientado, no existía una sola palabra que lograra describir mi estado de ánimo.

No fue hasta que escuché las palabras de Baltazar resonando tras de mí que percibí que su mano se encontraba sobre mi hombro. El dolor en su voz era tan notorio como el que sentía en mi interior que me obligué a soltar la mano de Anastasia para levantarme del suelo y permitirle verle sin mi intromisión. Sabía cuánto significaba mi esposa para él y viceversa. Baltazar no solo se comportaba como hermano y tío (al final de cuenta) de nuestros hijos, sino había comenzado a tratarme como un amigo.

Anastasia no ha mostrado ningún signo de vida. Las palabras sonaron débilmente pero no necesitaba preguntar para saber que él las había escuchado sin necesidad de repetirlas. Me levanté con esfuerzo para hacerme a un lado. Por favor dime que existe una posibilidad de hacerle reaccionar. Mi renacimiento como demonio había sido tan rápido y desde que había estado con mi esposa nunca me había preocupado por conocer las limitaciones, así que esperaba que desconocer no implicara que esto estaba entre lo imposible. Tiene que haber algo. Llegué hasta el cabezal de la cama para observar de cerca el rostro tan pacífico de mi amada. Deseaba que en cualquier momento despertara haciéndome saber que esto solo se trataba de una pesadilla…desafortunadamente, el dolor mental y físico se encargaban de que no me hiciera falsas esperanzas…

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El Palacio de Fuego [Privado] Empty Re: El Palacio de Fuego [Privado]

Mensaje por Invitado Vie 23 Abr - 0:20:02

Mi rostro estaba demacrado por la sensación de amargura intensa que se esparcía como el fuego sobre la gasolina. Verla en esa postura inmutable e imperturbable sobre la cama, me recordó aquellas veces en que ella dormía plácidamente y yo la observaba con la idea de aproximar su belleza con el de la diosa Venus que no tendría armas suficientes de conquista o seducción como mi hermana. Baje mi mano para acariciar su gélido rostro con la punta de mis dedos, pasando por su mejilla y su cuello.

Mi duelo interno fue interrumpido por la voz de Patrick que se hundía en la desesperación de recobrar a la mujer amada y devolverla a la vida Hay una forma. Dije sin apartar la mirada del rostro de aquella mujer que consideraba tan fuerte y poderosa como el mismo infierno El alma de Anastasia debe estar en el Averno, aguardando por el barquero, si logramos llegar antes de la puesta del sol negro sobre las cumbres borrascosas del inframundo, ella regresara a la vida. Aunque sabía con certeza los riesgos que nos deparaba el camino.

Patrick, no solo era un demonio más del clan. A pesar de no poseer el tiempo de antigüedad correspondiente, o superar la ceremonia de iniciación al alto mando del Círculo, ya lo consideraba como a un integrante de la Hermandad. No solo eso… Era parte de mi sangre… Mi familia… Ningún demonio se aventura más allá de las cavernas de cerbero sin la autorización del rey… Necesitaremos la bendición de Renzo y que él sirva como el motor que mantenga con vida a Anastasia.

No sabía con certeza si esa parte de la idea le gustaría a Patrick. Yo en lo personal, enloquecería y me volvería un ser irracional e iracundo (como de hecho, ya todos me llamaban). El único que tenía el poder de contener el alma de alguien tan poderosa como Anastasia era Renzo, tenía que mantenerse a su lado y proveerle parte de su energía para retenerla a ella y a los herederos por el mayor tiempo posible en este lado del universo. Pero no sabía que tanto conocía Patrick acerca de los sentimientos de Renzo, o incluso, si aceptaría realizar este viaje de varias leguas hasta las profundidades del inframundo para salvarla, incluso a costa de dejarla cerca del único hombre que podría arrebatársela. Necesitamos a Renzo… Pero solo tú puedes decidir si deseas presentarte ante los oráculos y reclamar su alma… Buscarla hasta los dominios de Hades… Y traer su esencia de vuelta a su cuerpo… Yo te seguiré a donde vayas y luchare contigo… Cuenta con mi mente y con mi daga si es preciso…
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El Palacio de Fuego [Privado] Empty Re: El Palacio de Fuego [Privado]

Mensaje por Invitado Vie 23 Abr - 1:58:42

La esperanza por escuchar las palabras que afirmaran que existía un modo de traerle de vuelta era como una cajetilla de cerillos en medio de una tormenta, donde encendías y encendías esperando que uno de tantos te iluminara en medio de la oscuridad, pero al final sabías que se terminaría apagando como el anterior y el anterior. En efecto, así me sentía yo y aunque deseaba zarandear a Baltazar para que me confirmara o me quebrantara más, su respuesta llegó provocando que una chispa de la energía que me había abandonado se hiciera sentir por cada vello de mi piel.

Lo único que necesitaba saber ya lo había dejado escapar y aunque tenía muchas preguntas acerca de lo que teníamos que hacer, me limité a escucharle con detalle y precisión. Sin embargo, escuchar en voz alta la terrible y horrorosa situación en la que se encontraba el alma de mi esposa, me hizo consciente con frialdad que una vez más, estábamos a contrarreloj…esta vez, apostábamos contra la puesta del sol negro que engalanaba el Palacio de Fuego…

¿La bendición del Rey? Una vez más, tendría que recurrir a su ayuda, él parecía ser la clave para completar con éxito, al menos, la primera y más importante fase: mantener con vida el cuerpo de mi esposa. Honestamente, prefería no conocer como se llevaría a cabo este proceso, pero ya podía darme una idea de lo que significaba la intervención de Moroni y aunque los celos irracionales y posesivos se abrieron paso en medio de todo el dolor, no había nada que pensar.

Mi mente maldita trajo en primera estancia, el día en que Anastasia me había explicado porqué el Dios del Inframundo le había traído de vuelta para hacerle renacer como demonio, con el único afán y propósito de ser la Reina y traer al heredero al trono. Negué con la cabeza un par de veces para despejar las imágenes que se agolpaban en mi interior. Craig…Moroni…

No tengo que decidir nada. Mi mirada se perdió en ella e inconscientemente bajó hasta posarla sobre su vientre. Por ella y por nuestros hijos había jurado ir hasta los confines del planeta si era preciso. ¡Qué irónico! Sí serían los confines, pero del mismísimo Inframundo. Asentí agradecido ante sus palabras y aunque sabía que esta prueba podría cobrarse con nuestras vidas, no encontré la voluntad para negarme a aceptarla. Solo deseaba traer a Anastasia de vuelta aún si mi vida dependía de ello y tener a Baltazar de mi lado podría marcar la diferencia…Estaré eternamente en deuda si salimos de ésta. Con una media sonrisa asentí enfocándome en las marcas de mi muñeca. ¿Qué podía perder? Mi vida ya no valía sin ella y morir luchando por una segunda oportunidad a su lado, era mejor que verle desfallecer en este Palacio. Solo quedaba dar con Moroni para adentrarnos en los dominios del Dios que me había humillado sin convicción…
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El Palacio de Fuego [Privado] Empty Re: El Palacio de Fuego [Privado]

Mensaje por Invitado Vie 23 Abr - 14:00:46

En sus ojos había esa misma flama de furia que caracterizaba a los de la Hermandad como demonios dignos de temor Que así sea… Asentí ante su discreta aceptación de que Renzo permaneciera con ella mientras nosotros iríamos al encuentro de los Oráculos de los que pronto debería hablarle. Había tantas cosas de las que Patrick no era consciente que encontraría en nuestro viaje, por ello yo debía acompañarlo, no solo para escudarlo de los peligros inminentes de nuestro propio mundo, sino también por ella, deseaba salvarla con el mismo ímpetu que él.

El Rey está por llegar… Aunque… Baje la mirada tratando de determinar su reacción ante la nueva complicación que resultaba de aquel final de mi frase, que era otro pequeño detalle que todos desconocían Está un tanto diferente… Mantén la boca cerrada y déjame hablar a mí… Aunque de cierto modo, presentía que eso no sería necesario; nos encontrábamos en los dominios del Emperador y el Dios del Inframundo, no ocurría nada que escapara de sus mentes o incluso algún mínimo detalle que escapara de sus consciencias, por lo que auguraba que si Renzo tenía conocimiento de todo esto, debía estar a punto de aparecer.

Como si mi mente hubiera invocado al maestro del terror, desde el balcón pudimos ver como una especie de aves malignas y oscuras, con rostros deformados, cuerpos humanos calcinados y las alas de un cuervo en presentación familiar, comenzaron a sobrevolar los alrededores del castillo. Sus chillidos eran agónicos y sombríos, como si el mismo Caronte estuviera reclamando el alma de nuestra mujer amada. Mis ojos se desorbitaron cuando frente al balcón, dos de aquellas aves chocaron de frente la una con la otra, después como si fuera un torbellino siniestro, las demás fueron atraídas por aquel hecho espantoso y se convirtieron en una nube de sombras y fuego de donde apareció Renzo con su vestimenta real y aquel mismo gesto soberbio que me causaba una especie de temor que mantenía oculto.

Cuando el Emperador ingresó a la habitación, hice una reverencia majestuosa ante él y a mi lado golpee con el codo a Patrick en las costillas para que repitiera aquella misma acción o le costaría caro, no había tiempo para clases de disciplina, era momento de actuar para salvar la vida de mi hermana. Señor de los Infiernos, le saludamos cono honor y fuerza aunque la desgracia a tocado a nuestra puerta… Alce mi mano para señalar a Anastasia que aun no daba ni una pequeña muestra o señal de vitalidad en su cuerpo.
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Mensaje por Invitado Vie 23 Abr - 16:08:36

Estaba en la superficie cuando los tatuajes de mis muñecas comenzaron a arder en llamas como si una catástrofe de grandes proporciones ocurriera en el Palacio Rojo. Después de abandonar la cueva marina, identifique que en mis muñecas resplandecían las marcas paganas que representaban a cada miembro de la Hermandad, excepto uno. La Reina ha perecido. Fue el primer pensamiento que cruzo por mi mente y que golpeo mi lógica por completo. Era como si mi propio cuerpo cobrara voluntad propia y se apuñalara en el pecho, retorciendo el filo del arma en su interior, hasta arrancarme mi propio corazón.

Desaparecí de aquel lugar en medio de un oscuro torbellino de cenizas y fuego para aparecer frente al Palacio de Fuego, que parecía ser un mausoleo fúnebre que guardaba el luto correspondiente por el descanso eterno de alguno de los nuestros. No había voces de los sirvientes, ni miradas, nada… Era como si la vida misma abandonara este palacio… Lleve mis manos hacia mi cabeza cuando estuve frente a las puertas del dormitorio de la que era mi Emperatriz. Me importaba muy poco que su cuerpo y alma ahora le pertenecieran a otro demonio de valía, ella siempre seria mía a pesar de lo que todos pudieran decir.

Antes de abrir las puertas, decidí que lo mejor era deshacerme de mi cuerpo y vagar como un espíritu incorpóreo hacia ella. Permanecer a su lado, estrecharla entre mis brazos, acariciar su figura inmortal que perdía su esencia con cada segundo que pasaba. Ingrese a la habitación, bloqueando cualquier vestigio de mi energía que pudiera delatar mi presencia, mientras que mi esencia solo reposaba sobre su cuerpo cuya respiración casi era inaudible. Atravesé las barreras del tiempo y de su mente para encontrar la razón que la había puesto en esta posición al borde de la inexistencia, y entonces, como un diabólico parasito, succione a través de su boca, aquellos sentimientos de duda, miedo, dolor o decepción que acarrearían su destino hacia los brazos del barquero. Había que extirpar el mal desde su raíz, e inmediatamente después de ese último razonamiento, mis ojos se posaron en Patrick.

Sonreí con malicia ante su inocencia o tal vez, su gran amor hacia la Reina, pero de igual manera, esto no solventaba su dosis de culpa en toda esta situación que pagaría con lágrimas de sangre si fuera preciso. Mi esencia comenzó a retroceder a través del balcón y retome mi apariencia humana entre aquella misma nube de fuego y cenizas, para después, atravesar por segunda vez el umbral del dormitorio pero esta vez por mis propios pies. Hice una señal para que rompieran la postura de reverencia que ambos teníamos y sin miramientos, me acerque hacia la cama de Anastasia para acariciar su frente con una de mis manos y con la otra, estrechar una de las suyas mientras me sentaba a su lado.

–Tienen mi permiso para atravesar cualquier límite del Inframundo… Nadie podrá detenerlos con mi aprobación… Mis ojos relampaguearon con un color azul blanquecino al verla tan lánguida, vacía, carente de vida… Tan diferente a la Anastasia que yo había conocido. Cerré mis ojos para irradiar su cuerpo con mi energía e incluso solté su mano para posicionar la misa en el centro de su pecho, emitiendo unas palabras en el antiguo idioma para que su alma y la de sus hijos permaneciera bajo mi poder hasta que Caronte la reclamara bajo el soborno de mi padre. –No hay tiempo que perder… Vayan y encuentren su alma antes de que sea demasiado tarde…
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Mensaje por Invitado Vie 23 Abr - 20:26:27

Caminé de un lado a otro del dormitorio real en un vago intento por despejar las imágenes que se presentaban como un tornado que arrastraba con todo a su paso, llevándose consigo cada momento de paz o tranquilidad vivido para dejar solo destrucción y cimientos caídos. Mi cuerpo estaba en esta habitación, como el de ella, pero todo en mi interior estaba ausente y solo lograba captar las palabras de Baltazar como un eco al final de un túnel, forzándome a asentir y escucharle; confiaba en él, así que cualquier cosa que dijera para mí estaba…bien.

El dolor en mis costillas (producto del codazo) me devolvió a la realidad, captando por primera vez que Moroni ya se encontraba en el Palacio; imité la postura que Baltazar dirigía hacia el Rey, esperando a que éste nos diera su permiso para erguirnos de nuevo. En el pasado, las veces que había visto a Moroni, nunca le había saludado con el debido respeto por ser nuestro superior, pero ahora las cosas habían cambiado; sin olvidar mencionar que estábamos en sus dominios. La parte defensiva de mi mente trajo al presente las palabras del Gran Duque. “Está un tanto diferente…”

En efecto, el aura de Moroni estaba diferente e incluso su mirada había cambiado; si antes era letal y frívolo, esas palabras escasamente se asemejaban a lo que ahora se dejaba entrever; quizás se trataba de solo otra jugarreta de mi imaginación…del dolor que me cegaba…de la realidad que ahora se veía marchitada por la situación de Anastasia. Mi mirada solo captó la espalda del Rey que se acercaba con pasos decididos al cabezal de la cama para ver a la Reina y me obligué a girar el rostro para no perder la poca cordura de la que aún hacía alarde. El campesino cosechaba lo que sembraba…Gracias, Su Alteza.

Deseaba acercarme hasta ella y despedirme antes de partir, pero no me atreví a hacerlo…la culpa me carcomía por completo y no me consideraba un maldito canalla…besarla sería como el beso de Judas. Ella estaba en estas condiciones por ocultarle un pasado que estaba perdido y que ahora se cobraba con creces nuestro destino. Hice una última reverencia hacia el Rey y al cruzar la mirada con Baltazar asentí dándole la espalda a Anastasia. Con cada paso que daba sentía como todo se sumía en penumbras…dolor por saber que los destinos de mi familia ahora dependían de esta cacería, el reloj de arena ya comenzaba a ceder sus partículas y aún teníamos una travesía para llegar al valle donde naufragaba su alma…

Invitado
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El Palacio de Fuego [Privado] Empty El Barquero de las Almas Perdidas

Mensaje por Invitado Vie 23 Abr - 22:58:33

____________________________________________________________
El dolor había desaparecido de mi cuerpo, cualquier vestigio de sentimientos o sensaciones habían desaparecido de mi cuerpo y de mi mente en el preciso instante en que mis ojos se cerraron y mi último aliento fue exhalado en la superficie… En estos momentos, solo podía sentir un frio exacerbante que recorría mi cuerpo entumecido que estaba recostado en una especie de superficie irregular. Intente abrir mis parpados, pero todo esfuerzo fue en vano, mis energías se retroalimentaban muy lentamente… ¿Dónde estaba? Esa pregunta fue como un flash para mi mente que la despertó de esa somnolencia extraña.

Mis manos estaban tendidas a cada lado de mi cuerpo, pudieron palpar vagamente la superficie del suelo notando que era de roca… Estaba frio y húmedo… Y a lo lejos, podía escuchar un distante oleaje sereno que chocaba contra una especie de muralla… No… No era como una pared… Mis parpados comenzaron a moverse perezosamente y mis ojos se posaron sobre el techo de una cueva, estaba muy oscuro y solo algunas enormes estalactitas rocosas apuntaban hacia el suelo. Ladee mi cabeza para visualizar el panorama a mi alrededor, pero confusamente todo estaba cubierto por una espesa neblina que arropaba mi cuerpo.

-¿Patrick? Mi voz finalmente expreso el nombre que mi corazón despedazado añoraba ver, pero en cambio, el eco funesto de mi voz aguda resonó por todos los rincones de aquel lugar con un fúnebre aspecto de catacumba… Un momento… ¿Dónde estaba? Nuevamente aquella pregunta que yo misma no me podía responder… Lentamente comencé a levantar mi pesado cuerpo del suelo hasta colocarme de rodillas sobre él… Frote mis manos sobre mi rostro y enfoque mis ojos en el escenario a mi alrededor; era realmente tétrico, solo la bruma era visible y se abría paso a través de un sendero de roca carmesí que desembocaba en una especie de muelle solitario.

Me levante rápidamente y con mis ojos angustiosos, busque con mis dedos aquella herida mortal que había sido propinada sobre mi pecho, pero no había nada allí, mi piel estaba intacta, libre de cualquier rastro de sangre e incluso de alguna cicatriz que indicara que mi herida había sanado recientemente. En ese preciso instante, note que en mi mano había una moneda dorada que cayó al suelo cuando la respuesta a mi previa interrogante fue emitida por mis labios –El Averno… Aquella moneda hizo una especie de sonido seco al chocar contra el suelo, eso simbolizaba mi soborno para el barquero de las almas perdidas para ser conducida al otro mundo…

Me había imaginado al averno de otra manera, de hecho nunca me había aventurado a cruzar los limites de los dominios del Dios del Inframundo o cruzar los ríos que dividían el infierno, pero claramente, este sitio no era nada aproximado a las fabulas de los demonios del Palacio Rojo… Pensaba que habría almas vagando en pena por aquí (aunque para ello estaba el limbo), o que fuera más espeluznante de lo que pensaba, pero en cambio, era tenebrosamente solitario y silencioso… La única alma en ese lugar, era yo…

Trague con dificultad y reacomode mi vestido en mi zona ventral… -¿Qué…? Mi voz salió como un leve murmullo al notar que mi vientre estaba completamente plano y no daba señales de mi embarazo, frenéticamente mis manos continuaron acariciando aquella zona como si buscaran alguna señal de vida que parecía inexistente… Mis rodillas flaquearon y caí sobre las mismas encima de la dura roca del suelo, con mis manos cubriendo mi rostro y buscando una explicación a mi condición… ¿Acaso había muerto? ¿Me habían arrancado mi vida y la de mis hijos sin la oportunidad de defenderme? ¿Me habían alejado de mi familia y de mi clan por un error que no pude prevenir? ¿Había perdido al hombre que mas amaba por causa de mis reproches? ¿Cuál sería su destino? ¿Cuál sería el mío si no estaba con él?

Un grito bajo y agudo lleno de terror se escapo de mis labios amordazados por mis manos, hasta que un escalofrío recorrió mi espina dorsal al escuchar unos pasos sobre la vieja madera de aquel muelle… Alce la mirada y admire con horror al personaje que había llegado finalmente…

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Mensaje por Invitado Vie 23 Abr - 23:51:30

Observe algo extrañado la actitud de Patrick después de la llegada de Renzo, estaba más seguro que las mismas malditas llamas del infierno estaban perturbando su alma con la culpa y el dolor por perder a su esposa bajo una circunstancia como ésta. No sabía las razones o los acontecimientos previos para que mi hermana terminara en este estado, pero solo ver el conduelo de Patrick, me hizo incluso recapacitar sobre mi propia conducta. Tenía que admitir, que muchas veces en que lo llame maldito bastardo, no era como gesto violento o de pelea, muchas veces lo hago sin pensar… Lógicamente no era que pensaba hacerlo de nuevo, mi código de macho vinculado me hacía sentir una cierta comprensión hacia su postura… Dolido debía ser poco para el sentimiento que ha de tener al saber que la vida de su esposa e hijos penden de un hilo.

Hice una silenciosa reverencia hacia las órdenes del Emperador y me acerque hacia la cama para despedirme de Anastasia que parecía una dolorosa imagen de uno de esos retratos melancólicos donde era imposible apartar la mirada. Por unos instantes, me perdí en su rostro, añorando la vida que había en ella; Su voz, su sonrisa, su recio carácter, su ironía, la forma como miraba de reojo o incluso cuando jugaba a hacerme exasperar… La muerte de un ser amado, es una realidad que es demasiado real. Dije ausente al acariciar su mejilla y besar su frente.

Volví a la realidad cuando un peso cálido se deposito sobre mi hombro, era Renzo, que me observaba fijamente con esos ojos llenos de hielo y de truenos que llameaban exóticamente como una mezcla del fuego del infierno y la luz de los cielos. Ella volverá… ¿Cierto? Me desesperaba cuando el Rey hacia esas pausas de meditación. Solo profundizaba en mis ojos como si yo tuviera la maldita respuesta y yo mismo me preguntara. La traeremos de vuelta. Dije con convicción al notar su media sonrisa. Verdad, Patrick? Me gire sobre mi hombro para aseverar la promesa de recuperar la vida de mi hermana, pero en ese momento hubiera preferido una patada en el trasero a verlo inerte frente al umbral de la puerta con la decisión de iniciar nuestro viaje.

Algo muy extraño está pasando aquí… Pensé para mi mismo sondeando la mirada desde Anastasia hacia Patrick. Vi la seña que hacia Renzo como una orden para retirarnos, y golpee mi pecho con el puño cerrado como promesa demoniaca de que cumpliría mi parte o no regresaría al Palacio. Luego, Patrick me tendría que escuchar… Al parecer, nunca había conocido a un cuñado que fuera demonio, altamente malhumorado, con la violencia parpadeando en su mente y muy pero MUY decidido a arrastrar su trasero hasta las cavernas del averno con el propósito de salvar a Anastasia... Era su segunda oportunidad, y si desistía, yo mismo lo arrojaré a un foso de lava ardiente o lo mataría con mis propias manos asi mi hermana me odiara por siempre... Era eso, o acostumbrarme a ver a la cara el cadáver de mi hermana antes de colocarlo otra vez en un maldito mausoleo.  
Invitado
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El Palacio de Fuego [Privado] Empty Re: El Palacio de Fuego [Privado]

Mensaje por Invitado Sáb 24 Abr - 2:52:57

Mi espalda simulaba sostener toneladas de carga con cada paso que daba hacia las enormes puertas que se cerrarían dejando al Rey y a la Reina a solas. La Reina. La palabra escapó de mis labios en un minúsculo susurro recordando la posición que ella siempre había tenido y la que debió de ser para mí, dado que mi llegada al NightFall solo había sido entrar a formar parte de las filas del Círculo. ¿Cuánto había cambiado nuestro inesperado primer encuentro en el Hall? Ella se había convertido en mi esposa, en la madre de mis hijos y en la única mujer que me hacía desear existir.

Ahora mi insensatez nos colocaba a todos en esta miserable posición, Anastasia, Baltazar, Moroni, nuestros hijos… ¿Qué era del futuro que me había mostrado en el Cementerio la noche de mi regreso? ¿Solo una maldita fantasía que se había quedado grabada en nuestra mente? Alcé la mano para abrir las puertas y salir de ahí como alma que lleva el diablo. El único que no merecía estar en la misma habitación que su cuerpo inerte y sin signo de vida, era yo...Mi mano se detuvo en el aire al escuchar las palabras que Baltazar le dedicaba a mi esposa. "La muerte de un ser amado…"

Me negaba a aceptarlo, pero entendí el significado sin ahondar demasiado; había sufrido por la muerte de mi madre e incluso de aquélla mujer que me había dado refugio, pero eso no estaba cerca del dolor que sentía por ella…esto significaba amarla, ser uno mismo, desear con locura que caminara entre los vivos aunque no pudiese estar a su lado. Si tuviese que dar mi alma a cambio de la de ella, la entregaría con orgullo, devoción y sin titubeos…

La traeremos de vuelta. No me había dado cuenta que mi cuerpo ahora se encontraba de espaldas a las puertas con la mirada perdida en la mujer que dormitaba entre las sábanas de seda. ¡Maldita sea! ¿Por qué no podía regresar el tiempo y hacer las cosas bien? Vi la duda en el rostro de Baltazar y suspiré frustrado ante la mentira que le vendía, él desconocía como habíamos llegado a este punto y aunque se lo contaría en algún punto de nuestra travesía, si es que su interrogatorio no comenzaba antes, me sentía un miserable por la ayuda que me brindaba sin merecerla, pero al final del camino, me reconfortaba sabiendo que no lo hacía por mí, sino por ella. ¿Podía sentirme de otro modo llegado a este extremo?

“Volveré o pereceré contigo princesa. No existe el uno sin el otro.”Apreté la daga de Darius que Anastasia me había entregado en nuestro viaje y con ese último pensamiento, giré de nuevo para abrir las puertas. Una herida invisible se abrió en mi pecho…
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El Palacio de Fuego [Privado] Empty Re: El Palacio de Fuego [Privado]

Mensaje por Invitado Sáb 24 Abr - 3:17:25

Tenía pleno conocimiento de muchas cosas que pasarían por la mente del nuevo integrante de la Hermandad del Círculo del Mal; Lógicamente, el sentido posesivo de cualquier demonio, impediría tolerar la cercanía de otro hombre junto a la mujer que había tomado para toda la eternidad, ni mucho menos el tacto de otro ser sobre el foco de su amor y su dolor en estos momentos, pero con total franqueza, aunque fuera reconocido por mi malignidad, mi única intención era el bienestar de la mujer que ambos… compartíamos, en cierto modo…

No estaba ciego ante el hecho de que Patrick ejercía el papel principal en la vida de Anastasia, era su esposo, su amigo, su protector y el padre de sus hijos… Mientras ella solo era mi gran amiga, mi confidente y mi reina… Mi compañera para que el trono a mi lado nunca estuviera vacio aunque mi corazón siempre lo estaría por su falta. Pero al menos me conformaba con que estaba feliz, que era plena y que llevaba una vida que yo jamás podría darle, aunque me muriera por hacerlo.

Apreté la quijada con fuerza ante tantas ideas que ahora transcurrían por mi mente, las mismas que pasaron anteriormente y ahora fluctuaban por los pensamientos de Patrick. Éramos tan parecidos y a la vez tan diferentes… Baje la mirada hacia ella, hacia la belleza de su piel blanquecina, sus labios carmesí como la sangre y sus parpados que ocultaban la profundidad de esa mirada en la que solía divagar por horas hasta encontrar mi propio rumbo. –Baltazar… Pronuncie su nombre con voz grave mientras colocaba mi mano sobre su hombro para reconfortarlo –Anastasia es una joya demasiado brillante para estar en el tártaro… Una invaluable para todos... Una que debe regresar al palacio… Cerciórate de que su alma sea traída a tiempo. Completé despues de que el mismo respondiera a su propia pregunta con una esperanza oscura reluciendo en su mirada.

Hice una respiración profunda al ver el gesto de Patrick que no poseía la misma capacidad de disimulo que yo debía mantener en momentos como éste –La cuidare bien… La mantendré con vida y a salvo hasta tu regreso, Patrick. Te doy mi palabra de que la Emperatriz del Inframundo estará bien en tu ausencia... Una vez mas... Mis ojos cetellearon cuando se encontraron por unos segundos con los suyos, dándole un indicativo de que sabía perfectamente la razón por la que ella estaba aquí. Era como si los malditos errores del pasado se repitieran con su llegada. Primero su endemoniado clon, Maximiliano que causo la muerte de Anastasia cuando tan solo era una vampiresa… Y ahora, Patrick Sinclair, la pone al filo de la muerte por segunda vez…

Esta vez, no estaba dispuesto a llevar luto por la mujer que debía ser mía. Había padecido lo suficiente con su muerte como para volverla a perder bajo estas circunstancias… La primera vez, había sido culpa de Brickman, si lo permitía una vez más con Patrick, seria culpa mía. Sentí como la esencia de Anastasia fluctuaba con más fuerza en el ambiente cuando se mezclaba con la mía, por lo que coloque mi mano sobre su vientre redondeado y lo acaricie de forma circular para enfocarme en los pequeños herederos cuyas almas aun permanecían en sus cuerpos, al mismo tiempo que mi mejor amigo y mi peor enemigo emprendían un viaje al que yo no podría acompañarlos… Esta vez, no me separaría de mi Reina... Mi lucha, era junto a ella...
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El Palacio de Fuego [Privado] Empty El Barquero de las Almas Perdidas

Mensaje por Invitado Sáb 24 Abr - 14:06:53

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Alce mi rostro para ver al autor de aquellos pasos serenos que se acercaban a través del muelle, el silencio aterrador solo era interrumpido por el rítmico caminar de aquel misterioso ser que ocultaba su identidad tras la bruma espesa y uniforme que se concentraba a los lados del sendero –¿Quien anda allí? Pregunte de una forma desafiante aunque en esta parte del inframundo, debía recordar que yo no era la reina, aquí solo era un alma más que aguardaba por su viaje fúnebre a través de las cuatro cavernas hacia el tártaro.

-“Todo inicio, comienza justo después del final, Anastasia” Dijo aquella voz de ultratumba en un susurro apenas audible que se condensaba entre las sombras. Sus pasos dejaron de escucharse súbitamente y solo el difuso oleaje era el que quebrantaba el mutismo de aquel escenario. -¿Quién eres? Insistí colocándome en pie y limpiando las lágrimas que discurrían desde mis ojos hasta mis mejillas, enfocando la mirada hacia el final de aquel sendero del que ahora dependía mi destino. Lentamente, la espesa neblina comenzó a disolverse alrededor de aquel tenebroso ser cuya voz aun retumbaba en mi cabeza como aquel funesto eco.

-“Mi nombre es Caronte… El barquero de las almas perdidas de Hades…” Un escalofrío recorrió mi espina dorsal al escuchar el nombre de aquel ente que había llegado finalmente a mi encuentro. Baje la mirada hacia el suelo, donde el brillo del óbolo que representaba el pago de mi viaje a través de las cavernas del inframundo, capto mi atención y mi mano fue a su encuentro. Tome aquella moneda dorada con mi mano izquierda y la apreté con fuerza en mi puño. Aquel hombre (si es que se le podría llamar así…), continuó acercándose, abriéndose paso a través de la neblina que se apartaba de su camino; Trate de evitar que mis ojos se desorbitaran al ver el aspecto tétrico de Caronte, que era un anciano muy alto, excesivamente delgado, de barba y pelo canos, y con llamas vivas en sus ojos. Vestía una larga túnica negra revestida con algunas pieles y empuñaba una larga vara de madera negra…

No pude evitar retroceder unos pasos al ver por completo el aspecto de aquel mítico ser que era conocido por su carácter taciturno, malhumorado, tiránico y brutal, pero antes de que pudiera correr en alguna dirección opuesta a la de él, mis ojos dejaron de verlo frente a mí y mi espalda choco contra algo rígido que me hizo girar rápidamente sobre mis pies. Alce mi rostro y allí estaba Caronte, sosteniendo lo que parecía ser un enorme báculo y con sus ojos llameantes enfocados en mí casi de un modo inerte. Intente nuevamente poner distancia entre nosotros y eleve mi mano derecha para formar una esfera de energía oscura y acabarlo de ser necesario… Pero nada sucedió… Ni una pequeña chispa salió de la palma de la misma…

El aliento abandono mis pulmones al saberme a merced del barquero de las almas perdidas, mis ojos se llenaron de conmoción al saber que mis poderes no funcionaban de este lado del Inframundo, y que probablemente, ya era demasiado tarde para aferrarme a la esperanza de regresar a la vida… Sus carcajadas malignas resonaron en cada espacio de la cueva, retumbando en mis tímpanos, habiendo que mis manos temblaran y que solo lo observara con la respiración entrecortada…

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Mensaje por Invitado Sáb 24 Abr - 17:54:47

Salí del Palacio acompañado de Patrick que mantenía la fuerza y el vigor que muchas veces pude ver en los ojos de los guerreros. Recordé que él debía aprender sobre la marcha, por su pronto nombramiento como líder del Círculo y ahora la mano derecha del Rey, no había tenido tiempo de conocer la morada de los demonios después del fin de su existencia en la superficie. Por lo general, Hades confinaba a los nuevos demonios a una estancia de aproximadamente un siglo en el inframundo antes de dejarlos poblar la superficie. Debían tener conocimiento de saber manejarse en un territorio tan hostil como éste para enfrentar la diferencia en la tierra, además, si debían volver al infierno, al menos sabían a lo que se exponían.

Patrick… Debo prevenirte… Este es un mundo diferente a lo que has conocido en la superficie… Este es el mundo de los muertos, del miedo, sin esperanza, donde existe un eterno enfrentamiento con aspectos monstruosos de tu propio ser… El reinado del terror… Ha sido modificado desde la llegada de Renzo que nos ha dado motivos para dejar de pelear entre nosotros y resurgir en la superficie en búsqueda de libertad… En un intento de distraer un poco su mente de la autotortuosa labor de pensar en las circunstancias en las que se encontraba Anastasia, continúe conversando mientras caminábamos varias millas lejos del castillo.

Bordeamos un estrecho sendero negro que daba la vista hacia el centro de la Ciudad de Fuego, que parecía a distancia un círculo rojo diminuto con una estrella negra invertida en el interior, muy semejante a las marcas de los elegidos que habíamos emergido a la tierra con el único propósito de la guerra. Desde nuestra ubicación, podíamos ver las 4 montañas que bordeaban a la ciudad de fuego, y aquí empezaba la lección del nuevo Hermano He aquí los cuatro puntos cardinales del Inframundo… Al norte, se encuentra el Palacio de Fuego, la morada de los Emperadores… Estuvo vacía hasta hace unos años con la llegada de Renzo y Anastasia ya que nadie esperaba a algún sucesor de Hades… Esa ciudad solo eran ruinas y polvo, pero como veras, ahora brilla con el fulgor de la gloria y las llamas vivas… Complete con orgullo señalando a nuestras espaldas el imponente Palacio que era iluminado por el sol negro…

Al sur… Esta el Castillo Negro… Los aposentos privados de Hades… Si eres inteligente y valoras tu propia vida, bajo ninguna circunstancia debes ir hasta allá a menos que seas convocado por el Dios del Inframundo. El camino está lleno de peligros y bestias que jamás se han visto… Alce la vista hacia el sur, donde predominaban las sombras y un relámpago carmesí dividió el cielo negro para dar vista a las torres macabras de aquel lugar de aspecto sepulcral donde sobrevolaban las aves negras de tamaño colosal que servían fielmente a Hades… En el este, se encuentra la Gran Muralla del Fuego Sagrado, y tras ella, se encuentran los Oráculos y las puertas que comunican al Tártaro… Donde Hades ha mantenido presos a los Titanes y a algunos de sus… hermanos… Hice una pausa con aquella última frase que muchas veces no me creía que sería posible… Pero el poder del Dios del Inframundo era infinito y voraz… Capaz de lograr todo lo que se propusiera…

Al oeste es a donde vamos… Al Purgatorio… Un lugar plagado de seres primitivos y brutales… Las almas en pena del limbo y los terrenos de Cerbero y de Caronte… Donde los ríos de fuego se unen y nos conducirán a las profundidades del Averno. Lo observe por encima de mi hombro al adelantarme unos y sonreí con cinismo Suena bastante alentador, no?
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Mensaje por Invitado Sáb 24 Abr - 22:41:30

Las palabras de Baltazar resultaban un balde de agua fría ante todo el tormento que se respiraba en el Palacio de Fuego, especialmente, en el dormitorio Real donde descansaba… ¿Descansar? ¿Qué diablos hacía esa maldita palabra en mi vocabulario? Anastasia no estaba descansando. Baltazar y yo íbamos a sumergirnos en el Reino de los Muertos para traerle de regreso. Repetí las palabras, sílaba por sílaba, hasta que mi jodida mente comprendió que además de ser mi culpa, en mis manos y en las del Duque se encontraba el destino de mi esposa. Moroni ya estaba haciendo su parte al irradiar energía a su cuerpo y maldito fuera si yo no hacía bien tan solo una cosa…

Agradecía interiormente sus explicaciones dado que conocía muy poco del Inframundo y eso era…no era muy difícil adivinar…también era mi culpa. En lugar de aprender más sobre las costumbres de los demonios cuando me encontraba a solas con Anastasia nos las pasábamos sumergidos solo en nosotros y en su embarazo. Ella olvidaba que era la Reina y yo hacía lo mismo con el rango que me habían asignado…hasta ahora, no veía ningún problema a ello dado que regresaba del Inframundo después de entrenar y escuchar consejos como para llevar el “trabajo” a casa; ahora me arrepentía en dimensionas jamás conocidas para los Dioses, pero…¿qué no había hecho mal?

Cuando creía que el sendero no acabaría jamás y comenzaba a desesperarme dado que el tiempo no se había detenido a sabiendas de que apostábamos a contrarreloj, un Círculo de Fuego con la estrella invertida apareció en nuestro camino; verla solo significaba que estábamos cerca de llegar a nuestro primer destino…o al menos esperaba que así fuera; era fastidioso no poder hacer nada mas que caminar y (mi mirada vagó hacia Baltazar quien había estado hablando desde que habíamos dejado el Palacio millas atrás) hablando.

Aún me encontraba pensando en las palabras de Moroni y en la última mirada que me había dedicado…no es que me asombrara que él conociera los motivos de encontrar a Anastasia así, lo hacía el mensaje subliminal que no se había encargado de camuflar al expresar que mi esposa se quedaba en buenas manos. Las montañas que se erguían eran magníficas, esplendorosas y aterradoras. La única idea que tenía de éstas era que mostraban un camino, así que me vi envuelto en la explicación de Baal.

Como había estado haciendo, no le interrumpí en ningún momento. La mención de Anastasia y Renzo me llevaban a aquélla habitación en el Palacio de Fuego. La mención de Hades al trato en el acantilado para salvar a los gemelos. ¡Maldita sea! ¿Por qué no podía concentrarme? Una mueca de cinismo en imitación a la del demonio que consideraba un amigo iluminó mi sombrío rostro. Cualquier cosa que no implique solo caminar y pueda mantenerme ocupado suena demasiado alentadora. No me reconocí en la voz profunda y acentuada, pero ¿qué importaba? Mi mirada se desvió hacia la montaña que marcaba al sur y que sería el nuevo paisaje que mi vista encontraría por las próximas millas...
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Mensaje por Invitado Sáb 24 Abr - 23:12:26

Estaba inmutable al pie de la cama con la mirada perdida en el hermoso rostro de mi reina que parecía descansar en un sueño pacifico del que no despertaría jamás. Ese solo pensamiento, causo que una brecha se abriera en el centro de mi pecho y dejara salir todo aquello que llevaba reprimido desde hacia varios siglos cuando el destino había decidido separar nuestros caminos. Coloque mi mano sobre la suave sabana que la recubría al permitir a mi mente indagar en las múltiples opciones que hubieran resultado para mantenerla resguardada de los acontecimientos previos.

Si tan solo hubiera asesinado a Maximiliano durante aquella fiesta de cumpleaños, días antes de su partida. Si tan solo le ordenara a Baltazar que asesinara a Patrick una vez que lograran recuperar la escancia de Anastasia, para luego disfrazar su matanza con un simple argumento de un “accidente trágico y lamentable” que le ocurrió al regresar al Palacio. Después de todo, los fortuitos caminos y senderos oscuros del Inframundo, estaban cargados de peligros que ningún demonio por mas experimentado que fuera, podría esquivar… Tal vez si…

Mis ideologías fueron interrumpidas cuando las cortesanas de la reina ingresaron al dormitorio real con una serie de reverencias exageradas y saludos en el antiguo idioma evocados a nosotros, trayendo consigo una serie de vestidos, toallas, aceites aromáticos y recipientes con agua tibia para brindarle la atención de la cual era merecedora la mujer que servía como un icono para nuestro pueblo. Con total esfuerzo, solté su mano y camine hacia el balcón, haciendo una seña para que ellas procedieran a despojarla de aquella ropa aun ensangrentada y apestosa al aroma posesivo de Patrick que indudablemente no merecía a una mujer como ella.

Desde el balcón, pose mis ojos en el Gran Circulo de fuego que enmarcaba la estrella negra a lo lejos, ellos ya deberían estar encaminados hacia los límites del rio Estigia y acercándose a las grandes puertas negras del purgatorio. Baje la mirada para posarla sobre mi anillo que enmarcaba el escudo del Palacio Rojo y no pude evitar, observar sobre mi hombro disimuladamente la labor de aquellas cortesanas, que delicadamente cortaban el vestido y despojaban a Anastasia de aquella horrenda vestimenta y exponían la verdadera belleza de su desnudez.

Mis ojos se fijaron muy abiertos en su cuerpo esbelto y perfecto, que demostraba el avance del embarazo (lo cual me arranco una peculiar sonrisa del rostro), luche contra mí mismo para no volver al dormitorio y ordenar a las mucamas que se largaran para con mis propias manos, tomar aquella esponja y purgar de cualquier suciedad el cuerpo de esa mujer cuya única palabra que podía describirla era… Perfecta… Simplemente eso era…
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El Palacio de Fuego [Privado] Empty El Barquero de las Almas Perdidas

Mensaje por Invitado Sáb 24 Abr - 23:55:44

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Aquella sonrisa gastada de Caronte había provocado que un escalofrío recorriera cada terminación nerviosa de mi cuerpo con suma velocidad, sin embargo, aun permanecía inerte frente a él esperando un primer movimiento que me diera alguna idea de cómo actuar ya que la impulsividad no me serviría de nada si debía luchar sin mis poderes. ¿Cómo he de luchar contra uno de los sirvientes de Hades? Sea cual fuera la respuesta, todo esto me dejaba una sola refutación… Hades ya tenía conocimiento acerca de mi muerte y había enviado a su más fiel lacayo para escoltarme hacia el lugar donde mi alma residiría por la eternidad.

Caronte perdió drásticamente cualquier rastro de aquella risa hostil y lanzo al aire el óbolo que hacía unos instantes yo había dejado caer al suelo, el esplendor de aquella mágica moneda capto por completo mi atención ante las vueltas que dio en el aire para luego caer en la palma de su cadavérica mano. –No deseo realizar este viaje al otro mundo… Dije con determinación aunque el nerviosismo era evidente en mi mirada que solo se posaba sobre aquel soborno que poseía el sello de Hades…

-“Nadie en su sano juicio desea estar en el purgatorio y mucho menos viajar a través del rio Estigia para reposar en el Tártaro.” Dijo con un grado de amargura en su voz y con una previa mirada desorbitante que podría vislumbrarse fácilmente en un psicópata. Apoyo su peso en aquel báculo que sobrepasaba por unos centímetros su estatura y capte un minuto de vacilación en su mirada que podría utilizar en mi beneficio –Caronte, soy la elegida de tu Dios… Fui creada con su sangre y necesito regresar al Palacio Rojo para culminar con mi cometido que me fue interrumpido por la cobardía de un Arcángel… Déjame volver y te prometo que… Un ruido ensordecedor interrumpió mis palabras cuando el barquero frunció el ceño y golpeo con uno de los extremos del báculo el suelo. El ruido que había provocado, se podría comparar con el que hacia un trueno infernal al dividir el cielo oscuro cerca del Palacio Negro.

Cubrí mis oídos para protegerlos del eco que había causado ese fuerte impacto y seguidamente sentí como Caronte me sujetaba con fuerza por el brazo derecho para obligarme a mirarlo a esos ojos aterradores –“¿Quién demonios te crees que eres para venir a hacer tratos conmigo o proponerme el modo en que debo actuar? Sé muy bien quién eres, Anastasia Vladescu, y no por ello vas a evadir el hecho de que tu tiempo ha culminado entre el mundo de los vivos. Si es tu deseo hacer un trato con Hades, debiste hacerlo en tus últimos momentos de vida porque ahora ya es tarde. Y los motivos de tu muerte, realmente no son mi problema así que ahórrate tus infructuosas promesas!.”

Mis ojos fluctuaron desde la sujeción de su mano sobre mi brazo que comenzaba a lastimarme, hasta su espeluznante mirada llena del fulgor de la ira y la amargura de transitar la oscuridad por mucho tiempo. Comenzó a arrastrarme a través del sendero hacia el muelle, mientras yo luchaba con todas mis fuerzas para liberarme. Golpeaba su rostro con el puño de mi mano libre a la vez que ejercía resistencia con mis pies para evitar el avance, pero Caronte se giro repentinamente, propinándome una fuerte bofetada en el rostro que causo que perdiera el equilibrio y cayera de espaldas contra el suelo arenoso del sendero.

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Última edición por Anastasia Vladescu el Dom 25 Abr - 1:42:03, editado 1 vez
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Mensaje por Invitado Dom 25 Abr - 0:25:23

Alce una ceja cuando al fin logre ver un gesto de vida en el rostro de Patrick; Había sonreído como un bastardo del mismo modo en que yo lo había hecho y eso me lleno de alegría, no tenía ni la más remota idea de a qué demonios se debía, pero al menos me sentía a gusto con mi compañero de travesía. Debía considerar el hecho de que no era recomendable viajar al purgatorio junto a un demonio al que quisiera estrangular durante el viaje, pero Patrick no estaba en el renglón del famoso listado negro del Gran Duque del Infierno. No al menos hasta que volviera a estar de mal humor y prometiera patear su asqueroso trasero hasta que se me gastaran los zapatos.

Caminamos por un par de horas a través de las sendas rojas y macabras, que bordeaban la Ciudad de Fuego que era delimitada por el rio Estigia que desembocaría en unos metros en un paraje mucho más peligroso del que ya habíamos apreciado. Comenzamos a atravesar el oscuro bosque de las penumbras en completo silencio, mientras escuchábamos los susurros de las almas malditas que daban vida a una bestia que era tan letal como su fama imperecedera Pronto llegaremos ante las puertas negras de Aqueronte… Necesitamos detenernos un momento… Comencé a sondear nuestro alrededor con mi mirada invadida de sombras, no sabía hasta donde sería prudente confesarle a Patrick específicamente a lo que nos enfrentábamos.

¿Ahora vas a decirme la razón por la que Anastasia está al borde de la muerte o me vas a orillar a interrogarte a mi modo? Retrocedí unos pasos hasta quedar espalda con espalda contra él y de entre las ramas, miles de ojos brillantes comenzaban a detallar nuestros movimientos. No te muevas, solo has que se escuche tu voz… Así que comienza a hablar… Mi prioridad, era que no se enfocara en los murmullos ensordecedores de aquellos entes cuya misión era conducir a la locura y perdición a todo aquel que osara profanar su territorio, si lograba distraerlo, posiblemente llegaríamos ante las puertas negras y cruzaríamos hacia el siguiente obstáculo que nos aguardaba pacientemente.

Una de aquellas voces logro incrustarse en mi mente como una maldita sanguijuela ¡Patrick es un traidor! Asesino a tu hermana, tu única sangre, lo hizo sin piedad… Tenía que sacarla del camino, a ella y a sus hijos para darle espacio a otra mujer en su cama. Mis ojos volvieron a su tonalidad normal mientras intentaba controlar mi respiración y amputar toda esa clase de cosas de mi mente antes de lograr su propósito No me trates como el hermano de tu esposa, solo espero puedas verme como a un compañero de batalla… Háblame con sinceridad, necesito confiarte mi espalda para que tú puedas confiarme la tuya y defendernos ante lo que se avecina. Le dedique una última mirada sobre mi hombro, cuando aquellos entes comenzaban a cobrar fuerza por nuestra energía y las ramas se movieron rápidamente de un lado a otro entre los arbustos.
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Mensaje por Invitado Dom 25 Abr - 2:48:39

La locura, la desesperación, el desconcierto y cada palabra o sentimiento que lograra expresar por mis labios habrían sido mis únicos acompañantes si el Gran Duque no se hubiese ofrecido a ser mi compañero de viaje en este fatídico recorrido que no dejaría ninguna enseñanza más que hacerme concienzudo del dolor, del terror, de la maldad, de las penas, de la horrible condición a la que estaban sujetas las almas andantes de cualquier ser despreciable sobre la faz de la tierra.

Pero la lección que de verdad fluctuaría y sondearía mi mente (si salía de ésta, lo cuál era tan malditamente imposible como que se me permitiese la entrada en los dominios de Zeus) sería no volver a encontrarme con ninguna mujer a solas en ningún recóndito del NightFall. Era muy extraño comprender cómo una verdad a medias, un pasado olvidado, un encuentro inesperado o un cambio inoportuno, era usado en tu contra por los Designios del Destino.

Un mes atrás, Moroni había puesto a salvo a Anastasia tras la amenaza del arcángel Uriel; me había dado un puesto entre la Hermandad y lo más importante, dado a elegir si deseaba llevar a cabo la sehclusión para resguardar a la Reina en el Inframundo. ¿Qué había hecho yo? Me había dejado convencer a la primera oportunidad a regresar a nuestra propiedad. ¡Demonios! Anastasia ni siquiera había insistido. Mi estúpida inclinación a cumplir siempre sus deseos y caprichos…

Habíamos caminado en silencio por las últimas horas. Comenzaba a creer que arriba ya significaban días, pero solo se trataba de una pérdida de noción del tiempo dado que el paisaje siempre terminaba siendo el mismo y era difícil predecir cuánto faltaba para encontrar algún cambio. La voz de Baltazar me sacó de la realidad alterna en la que me había sumergido y antes de poder asentir, su petición de detenernos me dejó incrédulo por un momento. No tenemos tiempo…

Al parecer hablaba en los momentos más inoportunos, así que cesé mis palabras para observar nuestro alrededor con detenimiento. Era un grueso error no haberlo estado haciendo con cada paso, pero el camino se tornaba tan…igual que había desistido. Creía que todo comenzaría al cruzar las puertas negras de Aqueronte….Giré mi rostro para captar la mirada desafiante de Baal a responderle su pregunta, pero antes de poder responderle de la misma forma, muchas voces comenzaron a hacerse eco en mi cabeza o era ¿alrededor? Mi espalda chocó contra la de Baltazar que estaba concentrado en su área, así como yo en la mía. Miles de pares de ojos brillantes me perforaron con su mirada mientras abarcaba cada espacio de la misma…

Supongo que éste lugar es tan bueno como cualquier otro para comenzar con nuestra conversación. Era un completo sarcasmo, dado que habíamos pasado horas y horas caminando sin nada que hacer y ahora se enfocaba en ¿esto? Te veo como compañero de batalla y como un amigo. Mis ojos intentaban observarlo todo y una voz haciendo eco perforó mi mente. ¡Miente! Baltazar te matará apenas se entere que eres el culpable de la muerte de su hermana. Anastasia…Obligué a mi mente a concentrarse y solté las palabras antes de detenerme siquiera a barajearlo. Anastasia cree que le fui infiel e invocó a Arthur, él solo le vendió una verdad a medias... No me dejó explicarle, no quiso escucharme... Estuve encerrado en ese maldito círculo siendo testigo de cómo Uriel acechaba…. No me sentía con las ganas de contar todo con lujo de detalles, esos eran los hechos más importantes. No, no le fui infiel. La amo más que a nada como para hacerle eso... aclaré antes de que la pregunta escapara de sus labios…

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Mensaje por Invitado Dom 25 Abr - 2:49:19

Después de unos minutos de admirar cada curvatura de su cuerpo y la beldad que se escondía en toda la extensión de su piel; me obligue a mi mismo a centrar la mirada en otro espacio que no fuera ella o terminaría perdiendo la poca cordura que me quedaba tras su cercanía y el hecho de que ahora Anastasia compartía mi propia energía. Fije la vista hacia el negro horizonte que señalaba hacia las colosales puertas negras de Aqueronte. ¿Dónde estarían con exactitud? Mis ojos cambiaron su clásica pigmentación para transformarse en un color carmesí intenso, y una de las aves de rapiña sobrevoló el Palacio hasta quedar frente a mí. De forma mental le ordene a aquel ente que fuera en la búsqueda de los dos guerreros que habían emprendido su viaje desde ya hace muchas horas, ya que no recibir alguna señal de vida por parte de ellos, era totalmente frustrante. Solo esperaba, que no encontraran problemas en el camino. Aunque eso era lo único que les vaticinaba hasta el encuentro con el mismo

El ave emitió un escalofriante graznido y aleteo con fuerza hasta elevarse al oscuro cielo donde el sol que ahora era eclipsado por una luna carmesí brillante, y se alejo entre las nubes hacia el valle de los Bosques de las Penumbras, el lugar favorito de Cerbero que se mantenía vigilante y siempre hambriento ante las puertas de Aqueronte. Era como una especie de advertencia para todos aquellos que se aventuraran a cruzar el rio Estigia sin la autorización de Hades o la mía, sabían perfectamente que aquel monstruoso ser estaría aguardando entre las sombras dispuesto a cazar a todo lo que se moviera o tuviera vida cerca de ese lugar.

-Mi Lord? Una voz femenina y suave irrumpió en mis pensamientos, me gire sobre mi hombro para notar que era una de las cortesanas que mantenía su cabeza inclinada en una pronunciada reverencia y me indicaba que la Reina ya estaba lista con su vestimenta adecuada. Hice un gesto con mi mano para que aquella mujer se retirara de los aposentos de Anastasia y al entrar en el dormitorio, el dulce olor almizclado invadió mi olfato y me hizo caminar inconscientemente hacia ella. Aquellas mujeres de la Corte habían realizado una estupenda labor, habían lavado su cuerpo con aquella agua mezclada con pétalos de rosa, habían frotado dulces aceites aromáticos sobre su cuerpo, la habían vestido con un vestido elegante pero cómodo de color vino tinto y peinaron su cabello en un suave moño que bifurcaban con varios mechones ondulados sobre sus hombros.

Mis dedos acariciaron la hermosa tiara que reposaba sobre su cabeza, sosteniendo aquellos cabellos tan hermosos y oscuros como el ébano más puro. –Adorada Anastasia. Hermosa Reina inmortal... Manifesté con suavidad al mismo tiempo que mis ojos se quedaron embelesados con su rostro inmutable por el sueño eterno. Acune el mismo con una de mis manos y le transferí otra dosis de energía para que su corazón continuara funcionando a cabalidad, hasta que sin darme cuenta, mi rostro lentamente se fue acercando al suyo hasta percibir el aroma dulce de su aliento que me sumergía en la sensación narcótica que hace muchos siglos me había atrapado con sus labios.
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El Palacio de Fuego [Privado] Empty El Barquero de las Almas Perdidas

Mensaje por Invitado Dom 25 Abr - 3:57:16

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En un instante, un flash esporádico atravesó mi mente con aquellas imágenes de la resistencia que ejercía ante el esfuerzo de Caronte que llevaba mi cuerpo a rastras hacia el muelle, precisamente hacia aquel lugar que ni por equivocación deseaba cruzar, y al otro momento, un fuerte impacto fue propinado directo hacia mi rostro por su propio puño hasta arrojarme al suelo y dejarme adolorida, mientras yo colocaba mi cuerpo en posición fetal, con mis manos en el rostro con el único propósito de resistir por más tiempo y no dejar que mi mente se abrigara en la frágil inconsciencia. –Patrick… Dije en un pequeño susurro a la vez que sentía como una cálida línea de sangre emanaba desde mi nariz hasta cubrir mi boca… ¿O acaso de ambas emanaba mi propia sangre?

No conforme con todo esto, se acerco y me sujeto del cabello para obligarme a levantarme por la fuerza –“¿A quién te atreves a nombrar en mis dominios?” Pregunto con un tono ronco e iracundo al posar sus ojos en los míos, hasta que finalmente, me soltó para arrojarme una vez más hacia el suelo. –“Entonces las historias acerca de la elegida de Hades son ciertas…” Hizo un gesto de meditación mientras yo lo observaba en silencio desde el suelo y seguía sus movimientos con un gesto de total desprecio –“Hace mucho que no se ve la furia de una diosa del mal como tú por estar doblegada ante el amor hacia ese hombre que te ha entregado a mis brazos en dos oportunidades… Y aun así… ¿Pronuncias su nombre con devoción?” Comenzó a caminar en círculos a mi alrededor a la vez que yo tragaba con dificultad e intentaba limpiar los restos de sangre de mi rostro.

-“Maldice a ese monstruo y al menos muere con dignidad, mujer… Nada cambiara desde la última vez en que él mismo se rehusó a liberarte de la tumba! No creas que será distinto porque sembró a dos hijos bastardos en tu vientre… En realidad, mientras tu estas aquí, él ya está en brazos de una nueva amante a quien ha metido en tu cama sin remordimiento alguno” El aliento lentamente se torno tan amargo como la sangre que emanaba de ellos, mi aliento parecía abandonarme al igual que la lucidez había sembrado en mi corazón aquella esperanza de volver a ver a mi amado otra vez y estrecharlo entre mis brazos.

Baje la mirada hacia el suelo, tratando de enfocar mis pensamientos en algo que pudiera acallar sus palabras y dejarme libre, pero al parecer, mis razonamientos volaron lejos de mi alma al despertar aquel viejo miedo que me había conducido a este frio de ultratumba. –Mis hijos! ¿Donde están? Lleve mis manos hacia mi vientre que parecía una cuna vacía sin señales de vida en éste –Si yo he… muerto… ellos…? Nuevamente su risa extravagante y terrorífica irrumpió en el silencio de mis temores –“Ellos están bajo la protección de Hades… Por ende, no están aquí… Y si estuvieran, tu soborno no alcanzaría para llevarlos al Tártaro… Confórmate con saber, que tu cuerpo sin vida servirá como una incubadora artificial hasta que ellos nazcan y tu dejes de ser… útil y seas comida para los gusanos”

Mis gestos quedaron pasmados ante la revelación tétrica de sus palabras, aunque en cierto modo me llenaba de alivio que ellos estuvieran a salvo y no corrieran con la misma suerte que yo, como consecuencia de mi imprudencia. Antes de tener la oportunidad de suspirar aliviada por el destino de mis herederos, unos fuertes grilletes de metal aparecieron alrededor de mis muñecas, aprisionándome y arrastrándome con cadenas hacia la dirección que Caronte tomaba… Me obligo a colocarme en pie y halaba con fuerza aquellas cadenas hasta arrastrarme hacia el muelle donde aquel barco fantasma aguardaba por nosotros.


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El Palacio de Fuego [Privado] Empty Re: El Palacio de Fuego [Privado]

Mensaje por Invitado Dom 25 Abr - 16:12:58

Varias voces se conglomeraron alrededor de mi cráneo y apuñalaban mi mente con el filo de mil dagas que era lo más equivalente a las lenguas ponzoñosas de aquellas almas malignas “ El día de la tumba, él se marcho para escaparse con ella… Por eso cuando le diste la llave, se rehusó a abrir los paneles de ataúd de cristal. Volvió para sacar a Anastasia del medio, Amber está en el NightFall”. Sentía que lentamente mi mente recobraba el control de mis pensamientos, pero… Y si fuera verdad? Sonaba muy lógico aquella hipótesis de que él se habría marchado con otra y que por ello no había querido abrir la tumba… Pero… Y si mi hermana no conocía esa parte de la historia… Pero…

Sacudí mi cabeza para deshacerme de tantas dudas que las sanguijuelas se encargaban de introducir en mi mente, aferradas a conducirme a la locura y arremeter contra Patrick. ¿Quién demonios es Amber? ¿Anastasia sabe algo de ella? Volví a girar sobre mi rostro para ver la tonalidad de sus ojos, sorprendentemente habían cobrado un brillo verdoso e intenso que podía significar dos cosas; 1. O yo ya estaba más loco que una cabra. 2. Patrick estaba dejándose llevar por las voces. Mejor respóndeme antes de que te golpee… Enfoca tu mente en ese día, nada mas… ¡Maldita sea! Ahora mismo reprochaba el hecho de que yo no podía leer su mente, la única herramienta que podría utilizar era la conexión que nos unía a través de la hermandad.

Una risa estrambótica femenina tintinó en mi cabeza cuando gire en la dirección de Patrick, por encima de su hombro pude ver como desde las sombras, una mujer hermosa alzaba sus brazos y lo llamaba con el dulce canto de una sirena para que fuera en su encuentro Es hora de que me respondas, bastardo o voy a colgarte de los testículos en el árbol más alto de este bosque… Palmee su rostro con fuerza y en ese instante, fue que Patrick comenzó a parpadear, suspire con agonía hasta que un graznido fuerte se escucho como un trueno desde el cielo.

Frente a nosotros, aterrizo un ave colosal de unos dos metros y medio aproximadamente, su cuerpo era como el de un humano deforme, con agallas cubriéndole el rostro donde solo podía verse unos filosos dientes en su boca, una llamarada de fuego emanaba de su cabeza y con sus alas negras desplegadas tan suertes y resistentes como las murallas del Palacio, comenzó a ahuyentar a las animas del bosque.

Aproveche ese instante para retroceder unos pasos de la bestia y nos abrimos camino hacia las afueras del bosque, donde había el sendero de bruma que nos conduciría hasta las puertas negras de Aqueronte. Empiezo a sentir que nos observan… Alce la mirada y el ave surcaba los cielos como un buitre rondando a su presa antes de morir. Lastimosamente no estábamos en la superficie, donde podría arrojarle a un niño africano o transportarlo hacia algún punto de Haití, si es que sus hermanos aun no habían terminado con el banquete. Sonreí al admitir que yo mismo era un maldito bastardo, pero… ¿Qué más podían esperar de mí?
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Mensaje por Invitado Dom 25 Abr - 18:58:29

Mi mirada se había quedado perdida en una rama que colgaba de uno de los árboles alrededor nuestro. Éste parecía ser el más alto, el más negro, el más terrorífico, el más… (Cualquiera que posara su mirada en mí, diría que daba la apariencia de un niño embobado con juguete nuevo) Estaba seguro como que me encontraba en las profundidades del subsuelo, que la rama cedería en cualquier momento. Las voces que me habían estado volviendo loco, las miradas brillosas y perforantes de los seres que habitaban esta sección del Inframundo poniéndonos a prueba, me habían envuelto con cada afirmación certera acerca de la situación, de las palabras, de la confesión que había hecho segundos antes al Gran Duque.

“Empuña tu daga y mátalo antes de que te saque del camino” “No te cree, duda de la veracidad en tus palabras” “Es ahora o nunca Patrick” “El Rey ha dado la orden de eliminarte, un fatídico error será la explicación que le darán a la Reina cuando consigan su alma” “Baltazar es solo el verdugo” “Piénsalo, ¿por qué te acompañaría en este peligroso camino? “El Duque no es reconocido por su alma caritativa” “Arrojará tu cuerpo al pozo de las almas en su primera oportunidad” “Úsalo y mátalo” Las voces siguieron haciendo eco hasta que la duda fue sembrada, creciendo a la velocidad de la luz, tejiendo sus telarañas en mi mente.

La voz de Baltazar se abrió pasó como una luciérnaga en un túnel negro y sin salida, haciéndome preguntar ¿de dónde venía? Mi mirada se cruzó con la de él. “Es el enemigo” Enfócate, enfócate. ¡Por un Demonio! Enfócate en tú destino. Eres débil, hermano. Nunca quisiste escucharme. Las mujeres solo acarrean problemas. Regresa tu trasero a la superficie y olvídate de ella. ¿Qué diablos? ¿La voz de Arthur también se unía a la revolución en mi cabeza? Un golpe en el rostro me hizo regresar a la realidad y logró acallar las voces en mi mente, excepto una…la que era una misma con la mía.

No lo sabe. ¿Qué parte de que no le dejó explicarse no has entendido? Patrick ha estado ocultándole su pasado. Esto se ponía cada vez más complicado, si Arthur provocaba a Baltazar y él de verdad era mi verdugo, mi muerte sería antes de hacerme con el alma de Anastasia. Mi destino después de ese, no importaba… ¿Y que hacía Arthur dirigiéndose a mí en tercera persona cuando era mi cuerpo? Estaba volviéndome loco, eso era…el dolor por la pérdida de Anastasia, de mis hijos…la misión que se resbalaba de mis manos…Baltazar con sus interrogatorios…

La mujer con la misma apariencia de Amber extendió su mano una vez más, pidiéndome que fuera a su encuentro de nuevo. Ahora solo podía verle como otro demonio de mis pesadillas, así como lo era mi padre, mi hermano, Katherine… Abrí la boca para responderle a la imagen que solo podía ser una ilusión cuando una bestia descendió de los Cielos, clavando sus horripilantes ojos en Baltazar y en mí, dándome la sensación de que podría desintegrar mi cuerpo en cualquier momento.

Llegamos hasta las afueras del bosque dejando atrás las miradas penetrantes. Las voces de las ánimas que nos habían asediado aún resonaban en mis tímpanos y el ave deforme aún estaba pisándonos los talones. Mi mirada buscaba por todo el perímetro, como esperando encontrarse con más almas andantes, espectros espantosos…pero después solo se quedaba clavada en la espalda de Baltazar, ¿de verdad era mi enemigo? Era mejor ponerlo a prueba…sus reacciones premeditadas tendrían que darme alguna señal de sus intenciones. Amber es una mujer del pasado. Era consciente de que un silencio largo después de "esa confesión", podría significar un enfrentamiento con mi compañero de viaje, así que pugné por seguir conversando.

Nos encontrábamos caminando por el sendero que fingía ser un “camino de bienvenida o de guía” para las almas errantes. En este caso, para dos demonios. Nadie adentraba en estos dominios, al menos, no alguien con buen juicio. Me la encontré inesperadamente en el NightFall, no sabía que estaba viviendo entre nosotros...simplemente apareció. Me negué a contárselo a Anastasia por temor a que creyera que le era infiel, peor aún, provocar una pelea por no explicarle mi pasado, pero…no pude hacerlo. Ella estaba tan feliz, tan…comprende que inútilmente creí que era lo mejor…
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Mensaje por Invitado Dom 25 Abr - 19:56:07

Estuve tan cerca y lejos a la vez de su rostro que incluso había llegado a alucinar que el calor que irradiaba su boca, me acariciaba con una onda energética que me atraía y alejaba a su voluntad, como una especie de satélite que orbitaba alrededor de un gran planeta, que sin duda alguna, siempre estaría atraído hacia su eje. Mis labios buscaron amorosamente los suyos para unirlos con la suavidad de una sutil caricia que no fue correspondida por su cuerpo inanimado. Incluso, si hubiera estado plenamente consciente de mi cercanía, ella no vacilaría en recordarme que sus labios solo prodigaban sus besos y palabras a otro hombre que luchaba contra el mismo infierno para recuperarla.

Apreté la quijada con fuerza al ser irradiado con ese pensamiento, entre nosotros siempre había existido una tercera persona que dificultada cada oportunidad en que alguno deseaba estar al lado del otro, pero hacía muchos años que yo llevaba este anhelo entre mi pecho y esta vez no lo dejaría escapar tan fácilmente. Era suficiente de ser aplacado en pro de la seguridad y bienestar de los demás, ¿Quién pensaba alguna vez en mi? ¿Quién en algún momento, detuvo sus acciones y pensó por un momento en mi futuro o felicidad? ¿Quién se había preocupado por mis deseos o anhelos? Incluso Anastasia, algunas veces había pasado por alto todo esto.

Me levante intempestivamente de la cama con la mandíbula apretada y drene mi furia repentina con una pequeña mesa frente a la cama. Simplemente la levante con mis manos y la arroje contra la pared destrozando todo lo que allí se encontraba, esparciendo los pedazos de cristal de las botellas de perfume y el talco por todas partes de la alfombra. Pero en el momento en que el oxigeno comenzó a entrar más rápidamente en mis pulmones y el matiz de mi mirada se aclaraba con la confusión, recordé una visión que si había marcado la diferencia en todos estos siglos de perpetua soledad, unos ojos verdes cristalinos que únicamente bifurcaban su mirada devota de cualquier cosa a su alrededor para hacer centellear mi mirada y el órgano que se encontraba recónditamente escondido en el fondo de mi pecho.

Algunos guardias comenzaron a tocar la puerta con fuerza como parte de su labor de vigilancia, ya que presumía que después de aquel estruendo, ellos debían estar alarmados y mas tratándose de la condición de la reina. Antes de concederles el permiso para entrar, con un movimiento de mi mano altere la continuidad del tiempo, haciendo que todos los objetos volvieran íntegramente a su lugar. Abrí las puertas de la habitación con mi habitual temple despreocupada y después de indicarles que todo estaba en orden, abandonaron los aposentos para dejarnos a solas a Anastasia y a mi nuevamente.

-Esto tiene que terminar. Me estoy enloqueciendo con solo tenerte tan cerca. Emití esas palabras sin meditar el hecho de que ella no podría escucharme, pero omitiendo ese detalle, volví a acercarme a la cama y a acunar su delicado rostro entre mis manos –Ya es suficiente… Ambos estamos encadenados a este destino y no voy permitir que vuelvan a dañarnos ni una vez más… Es lo único que te debo como mi soberana… como mi Reina… como la Emperatriz de mi alma… Junte nuestros labios una vez mas mientras un relámpago atravesó mi mirada y mis manos comenzaban a rodear su cuerpo para acunarlo y protegerlo junto al mío… -Te doy mi palabra, de que nunca más estarás en riesgo de muerte ante ningún mortal o inmortal… Eso te lo juro por mi propia sangre. Mis dedos se entrelazaban entre sus cabellos al mismo tiempo que sostenía su cabeza, mientras mi mano libre rodeaba su cintura y la apretaba contra mi cuerpo –Mía… Mis ojos se cerraron ante un nuevo de mi boca posesiva contra la suya al irradiarla con un nuevo oleaje de energía intenso.
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El Palacio de Fuego [Privado] Empty El Barquero de las Almas Perdidas

Mensaje por Invitado Dom 25 Abr - 22:09:27

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El sonido que producía Caronte al halar las cadenas que me aprisionaban a través del sendero para conducirme hacia el muelle, comenzaba a lograr que perdiera por completo la razón. Caminaba disconformemente como si hubiera caminado varios cientos de kilómetros, y sentía mi cuerpo tan pesado, como si varios grilletes fueran arrastrados por mis pies. Mi mirada estaba fija en cada detalle del suelo, mientras mi mente divagaba muy lejos de este lugar. Era una esclava cuya mente exigía su libertad para acudir al encuentro de mis seres amados… Pero… ¿Y si lo que decía el barquero era verdad? Había visto a través de la mente de Arthur a aquella mujer que me era completamente desconocida de su pasado, aunque después de todo, aun era ignorante de una gran parte del mismo… Pero… ¿Y si entre ellos había sucedido algo más? ¿Y si en este momento ellos estaban… Juntos?

La concentración que había adquirido mi mente entorno a aquellas interrogantes, fue abruptamente interrumpida cuando sentí un fuerte tirón de las cadenas que me hicieron caer de rodillas sobre el suelo de madera del muelle –“¿Que sucede ahora? ¿Acaso la poderosa Reina del Inframundo no sabe caminar? Note el tono irónico que Caronte implementaba en su pregunta a lo que conteste con solo una mirada fulminante. Me coloque en pie con dificultad, y con la frente en alto tratando de conservar mi dignidad, aborde el barco por una pequeña rampa en uno de los extremos laterales del mismo.

Una vez que Caronte subió detrás de mí en la embarcación, éste cobro movimiento sin necesidad de accionar los remos o sin contar con alguna tripulación extra, era como si el barco tuviera vida propia y supiera el camino exacto por el que debía navegar. Caronte sujeto las cadenas en un pequeño mástil, de donde recosté mi espalda y deje caer mi cuerpo para sentarme sobre la superficie de la embarcación. A distancia, escuchaba pequeños ruidos de unas voces femeninas hermosas que iniciaban canticos a la muerte en la lengua antigua, mientras asomaba mi rostro un poco por el borde del barco para ver la tonalidad verdosa oscura del agua que no rompía su inmutabilidad ante el lento andar del barco.

-“No te recomiendo que mires fijamente el río por mucho tiempo, mi lady… Estamos en aguas traicioneras y muchas almas que han caído o que han intentado atravesar Aqueronte sin mi permiso, han quedado presas bajo esas lúgubres aguas y cavernas submarinas” Esta vez, la voz de Caronte sonaba un poco menos hostil, e incluso, el barquero perdía su mirada en el cantico lejano de las sirenas al mismo tiempo que se apoyaba de su báculo y cerraba sus ojos por un breve instante. -¿Por qué esas almas no son liberadas y llevadas al Tártaro? ¿Por qué no les has dado tu permiso para cruzar al mundo de los muertos? La curiosidad estallo en mis ojos mientras retiraba la mirada del agua y la posaba en las arrugas del antiguo rostro del barquero. Una nueva risa de amargura rompió el silencio del lugar y causo un eco que se perdió hasta el infinito cantico que sonaba más cercano –“Si no poseen un soborno, no subirán a este barco y eso es un motivo suficiente para no obtener mi benevolencia… Y si algún vivo intenta cruzar estas aguas, se perderá entre ellas… Estas… Son ánimas que han permanecido sumergidas durante mucho tiempo, son voces enloquecedoras y desgargantes que no son aptas para morar en compañía de otras almas… Ya ni siquiera tienen apariencia humana… Son como peces descompuestos y putrefactos en el fondo de un estanque sucio…” Sus ojos se abrieron como platos al terminar su frase, y el último vestigio de indagación, me hizo posar los ojos en aquella agua oscura en la que no se veía alguna señal de vida o muerte.

En ese preciso instante, una burbuja emergió del fondo del agua… Parpadee con algo de sorpresa y alce la mirada al barquero para captar su atención, pero aparentaba estar en un profundo sueño o éxtasis somnoliento por el canto de aquellas sirenas, aunque era difícil concebir alguna clase de descanso mientras permanecía de pie apoyado sobre su báculo. Instintivamente, mis ojos volvieron a pernoctar en la superficie del rio donde ahora había una leve agitación, y luego, un rostro hermoso comenzó a figurarse bajo el agua… Era un niño… Uno que comenzaba a emerger con sus gestos fúnebres hacia mí… ¿Acaso era una de esas almas en pena? Era solo un niño! ¿Qué clase de malignidad podría residir en…? Antes de que pudiera completar aquella pregunta en mi cabeza, bajo el agua aquel infante comenzó a abrir sus parpados, sus ojos eran verdes y sus gestos tan hermosos. Una media sonrisa tierna comenzó a dibujarse en el rostro del pequeño, y cuando intente acercarme un poco más, las cadenas no me lo permitieron.

Intente zafar mis manos de los aros que retenían mis muñecas tratando de escurrir mis dedos a través de los mismos, pero todo esfuerzo, fue en vano. Trague con dificultad y volví a asomarme por el borde, donde el niño parecía mover sus labios para emitir alguna palabra -¿Qué? Dije en un pequeño hilo de voz apenas audible, hasta que note que aquel fantasma fruncía el ceño y acercaba sus manos hasta el borde del agua. Hice una respiración profunda, dirigiendo la vista hacia Caronte con algo de duda y confusión… Pero cuando abrí mi boca para tratar de decirle lo que estaba viendo, algo y me atrajo hacia el agua con fuerza. Solo senti el impacto de mi cuerpo contra el agua que salpicaba en todas direcciones y que halaba mis cadenas hacia el fondo del río, como si fuera una pesada ancla que atraia mi cuerpo hacia la profundidad de lo desconocido.

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