Resureccion de un demonio... o contacto {Privado}

por **Andrómeda Z. Belicova** Sáb 25 Jun - 23:29:25

Bajo la luna estrellada, la penumbra desolada en el frio balcón de Suecia, allí me encontraba mirando el horizonte algo confuso; por mi flamante vuelta al mundo real. ¿Quién pensaría que todos tomaríamos un rumbo diferente? ¿Dónde estarán?... creo que eran preguntas notoriamente burdas y locas ya que bien sabía pero más bien no quería recordar. Mire, mientras la brisa flameaba mi rostro, trayendo con ella el aroma a café y las flores que pronto se secarían con el paso de las horas. Camine lentamente dejando un desdén de desolación, pero que demonio no estaba solo y únicamente vive de pasión, lujuria, dinero y derroche… eso era lo que pensaba hacer desde ahora…

Cerré las puertas y las grietas que en mi corazón se formaban eran tan visibles y palpables… más no evidentes para el resto, sólo eran mías, tan mías que ni el mejor espejo las reflejaría… ni siquiera yo las vería al cabo de un tiempo. Tenía que recuperarme físicamente, para volver a las andanzas y olvidar… en la soledad, aunque para el resto solo sería Mariana… la duquesa o simplemente la demonio que va con uno y con otro. ~Basta, de lamentaciones… sólo mírate, me dije a mi misma recriminado mi actuar. ~Estas aquí, vive, goza y simplemente disfruta… Qué egoísta pensar de aquella forma, pero era cierto… para esos momento estaba en la habitación mirándome a un espejo fijamente. Tome mi bolsa y simplemente hui de mis recuerdos, ya en pasillo solo quería caminar, cambiaria mi alma si es que tenia por volveros a ver.

por Invitado Lun 27 Jun - 17:37:41

Si tan solo pudiera…
Resquebrajar las líneas del tiempo…
Y trenzarlas hasta agotar la vida entre ellos…
Enderezar los senderos…
Guiar las luces de la muerte por ellos…

Escribió la joven hechicera el inicio de un verso entre las páginas de su diario oscuro; Ahora estaba rumbo a un paraje completamente desconocido, acudiendo al llamado de una de las más peligrosas demonias de la Corte que aun no había conocido. –Mariana Maughan.- Concretó su nombre al acariciar con sus dedos el final de un papiro en donde se mencionaba su nombre. ¿Cómo sería ella? ¿Cómo resultaría su imagen? Se decía que la Duquesa poseía una belleza sublime, una inteligencia sobrenatural y por ello, había sido capaz de enloquecer al Gran Duque del Infierno y al mismísimo Rey del mismo.

Había escuchado viejas leyendas, antiquísimos mitos sobre ella; Pero de seguro, ninguno le haría justicia a lo que verdaderamente significaba… Akasha bajó de una lujosa limosina negra que había mandado por ella al aeropuerto, deteniéndose ante las puertas colosales de un elegante hotel que solo había visto a través de las revistas con publicidad acerca de alojamientos para la realeza. Su vista se perdió entre los ventanales de tan extraordinaria estructura, después siendo escoltada hacia el lobby del hotel y esperar a ser recibida. ¿Ahora qué pasaba? ¿Por qué tardaba? Se pregunto al esperar cerca de media hora, o más, acunando el libro de las sombras contra su pecho mientras escuchaba a los dependientes del hotel en una extraña algarabía en un desconocido idioma.

Akasha tuvo la necesidad de huir. ¿Cómo no hacerlo si se había metido en la boca del lobo? Pero por el contrario, enfocó su energía a través de tan magistral lugar, guiando sus pasos de forma inconsciente hacia los ascensores, donde al azar, presiono el botón del último piso con su mano temblorosa. En el fondo, sentía el llamado de la demonia, como si requiriera algún tipo de información que solo ella pudiese darle. Y para cuando las puertas del ascensor se abrió, Akasha recorrió el amplio pasillo apenas iluminado por el atardecer hasta toparse con… -¡Usted!- Musitó apenas conteniendo el aliento, con sus ojos abiertos de par en par al deleitarse con la belleza de una mujer sin igual.

Se reverencio ante la dama, que al parecer, estaba confusa con su llegada, por ende, la hechicera se apresuró a explicar las razones de su presencia en aquel lugar. –Disculpe, su alteza. Mi nombre es Akasha y soy la hechicera… Recibí una carta con el sello de la Corte, y me han enviado a su encuentro específicamente.- Manifestó la humana con mucho respeto y la cabeza baja para evitar la filosa mirada de la mujer, alargando la mano con aquel papiro donde la letra del Rey dictaminaba todo el proceso que pasaría para llegar hacia Mariana Maughan como su ubicación exacta. Su aura era tan oscura como había visto en cada una de sus visiones, y sus ojos eran turbios como el océano más puro plagado de letales tiburones. –Tengo un mensaje para usted… Pero debo decírselo en privado…- Culminó finalmente mirándola fijamente, viéndola concentrada en las palabras de aquel papel, ensimismada en sus cavilaciones para luego decidir lo consecutivo… ¿La hechicera se quedaría o se marcharía con el mensaje que cambiaría el curso de muchas cosas?

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