La resurrección de las Tinieblas [Reservado]

Akasha se encontraba sentada en la soledad de su humilde cabaña con la mirada perdida en algún punto del suelo rocoso. ¿Qué había sido todo eso que había visto durante su último sueño? Se preguntó a si misma mientras giraba su rostro hacia otro punto del suelo de lo que llamaba su hogar, donde había aparecido un círculo negro con una estrella tallada e inversa en su interior con marcas paganas a su alrededor. Tragó el nudo que se formaba en su garganta por el temor y se levantó pausadamente recordando cada mínimo detalle de su trance que aun no tenía un significado lógico para todo el miedo que se condensaba en su corazón. –Este lugar ya no es seguro…- Musitó con un suspiro amargo que solo determinaba su ahogo ante hedor del miedo a su alrededor. Si supiera rezar, este sería el momento propicio para empezar… Ella sabía que la gente alzaba sus plegarias en momentos así, suplicando por una alternativa, alguna esperanza, o por la piedad de una muerte rápida… ¿Ella por qué rezaría? En definitiva lo haría, pero ciertamente el motivo lo desconocía.

¿Qué era esa marca? Esa que muchas veces había visto en sueños… La misma que siempre se reflejaba en sus ojos cada vez que se miraba al espejo… La que deseaba descifrar pero, a su vez, nunca conocer su significado. De la que, sin saber, toda su vida estuvo huyendo… La hechicera bajo su cabeza al estar frente a aquella marca, que inconscientemente acariciaba con la punta de sus dedos rodeando cada huella pagana. El tallado estaba tibio y latente, como si fuera el cuerpo de cualquier otro humano que gozara de vitalidad propia y energía pura circulando por todo su ser. Akasha abrió su mente y dejó que la marca acunara sus sentidos con un leve tamborileo que escuchaba a lo lejos… Muy distante… Un rítmico resonar de tambores como si se tratara de… Una batalla… Y muchos galopes…

Un torbellino de sombras nubló la mente de la bruja de forma repentina, llevándole más lejos de lo que se hubiera atrevido a ir en su corta vida, sintiendo la candidez de una fogata tras su espalda y las voces de muchísimos seres que susurraban palabras en una lengua antigua. Ella levanto sus trémulos parpados con suavidad, percibiendo espejismos empañados que no podían detallarse con claridad. Eran dos hombres vestidos con armaduras doradas, empuñando descomunales espadas y con capas oscuras que danzaron al compás del viento nocturno. Akasha estrechó sus ojos y trató de enfocar su objetivo, pero en ese mismo instante, uno de aquellos hombres se giró y se adentró en los umbrales de su alma… Sus ojos eran como un par de luceros resplandecientes… Tenía un rostro de ángel, pero su aura era tan oscura como un pozo sin fondo…

El hombre de su trance levemente le sonrió; No estaba claro si era en burla o bajo otra condición, pero mientras el corazón de la humana repiqueteo temerosamente bajo su pecho como un caballo desbocado sin dirección, entonces el caballero levanto la manga de su muñeca y le mostró el motivo de su visión… ¡La marca! Aquel circulo con la estrella invertida… Estaba tatuada en la piel de aquel guerrero que súbitamente se esfumo entre el polvo y fuego ante sus ojos… Nuevamente se escucho el redoble de un tambor… Vítores furiosos… Y una marcha siniestra de un numeroso ejercito que causo el estremecimiento de todo a su alrededor.

La hechicera cayó al suelo al despertar de aquel trance, confundida y desorientada no hallaba algún motivo para quedarse… -Debo marcharme… Presiento que algo se acerca…- Comentó para sí mientras intentaba sin resultado contener su disnea. Levantándose a toda velocidad para tomar algunas de sus pocas pertenencias, y estrechar contra su pecho el libro que tanto había resguardado por años al caminar hacia la puerta. Echó un último vistazo hacia atrás, memorizando cada tallado de aquella marca que extrañamente destellaba en el suelo, repitiéndose a sí misma que no volvería a ver algo como eso entre sus sueños aunque eso no fuera verdadero, sintió un escalofrío tenebroso que erizo cada vello de su piel, cuando finalmente giró el pomo de la puerta y ésta se abriría para dar paso a la imagen de un misterioso ser… Un hombre… No… No era solo eso… Era algo mucho peor que eso…

Sus pertenencias cayeron al suelo, a excepción del libro que utilizaba para escudar su pecho, retrocedió lentamente hacia el interior de la casa ante aquella amenaza y sacó la antigua vara que escondía en uno de los bolsillos de su chamarra… -¿Quién es usted y que hace aquí? ¡Lárguese de mi casa! ¡Se lo advierto!- Manifestó con aplomo, apuntando con su vara a aquel ser misterioso en el umbral de su puerta, dedicándole una mirada furiosa y analizando de qué forma esquivaría aquel obstáculo y huiría lejos de todo lo que hasta ahora, le había atormentado.