Reencuentro (reservado)

Lo observé mientras caminaba entre la gente, abriéndose paso a su manera, mientras yo jugaba con el borde de la copa en mis labios. Mi mente me jugó un inesperado truco, llevándome de regreso a otros eventos como éste, cuando solían parecerme tan ajenos y no me imaginaba mezclándome con las extrañas figuras enfundadas en trajes de etiqueta y vestidos de gala de miles de dólares, creo que solía burlarme de ellos. Sonrei de lado pensando las razones que me compelían a romper con antiguos esquemas para dar un giro de ciento ochenta y compelirme también a visitar lugares como éste en noches como ésta. Mi mirada se concentró un poco más en la figura del joven rostro que antiguamente me resultaba tan familiar, notando que, para mi agrado, correspondía a mi brindis. Bebí el resto del líquido de mi copa de un solo sorbo y lo deposité en la mano de alguien que encontré al azar mientras postergaba mi visita al balcón. Noté con el rabillo del ojo como el caballero con el que había cruzado miradas hasta hace tan sólo unos segundos me miraba desconcertado al notar que caminaba en dirección opuesta a él, hecho que ignoré fácilmente, el océano estaba lleno de pequeños peces, y más tarde volvería a lanzar el anzuelo a mi entera satisfacción.

El receso aún no terminaba y el salón se encontraba lleno de gente bulliciosa pero a pesar de eso me resultó fácil aislar los sonidos para concentrarme en su voz. Continué caminando hacia él con una sensación que en los últimos tiempos se me habia hecho ajena, por lo que no la reconocí de inmediato, aunque se fuese acrecentando a medida que me acercaba, e hiciese que una de mis manos jugara con la punta de mi cabello ensortijándolo con mis dedos, y creo que es algo que suele llamarse nerviosismo, pero a la vez entremezclándose con una excitación que me recorría de los pies a la cabeza de manera desconcertante pero agradable. Rei al escucharle tras el primer roce de nuestras miradas, una vez que nos encontramos frente a frente. -Siempre supiste como halagar a una dama o será que soy yo quien se volvió loca y te confunde con alguien más.- Pretendí hacer uso de memoria y terminé encogiéndome ligeramente de hombros con fingido tono de seriedad. -Creo que es algo que no recordaré ráoidamente.- Me incliné hacia él y rocé su oído suavemente con mis labios. -Cuanto tiempo Aaron.- Di un par de pasos hacia atrás y robé una nueva copa de la bandeja de un mesero. -Luces igual que en aquel entonces... aunque no del todo.- Dibujé una dulce sonrisa en mi rostro, tratando de precisar cual era la diferencia.

El reencontrarme con Aaron trajo toda una sucesión de imágenes a mi mente, algunas relacionadas con el tipo de relación que teníamos y los lugares que solíamos visitar. Los recuerdos eran más vívidos de los que suelen tener los humanos pues me parecía por momentos dejar el salón de gala para viajar en el tiempo y remontarme a la época en que una Julianne más joven se divertía de lo lindo olvidándose de volver a su casa debido a algún toque de queda impuesto que no hacía más que aumentar mis ganas de pasar mi tiempo al aire libre lo más posible y claro que en Aaron encontraba la perfecta compañía para hacerlo por no mencionar que siempre lo encontré tremendamente atractivo. Al pasear disimuladamente mi mirada por su persona pude darme cuenta de su apostura no había disminuido con el paso de los años, más bien se había acentuado aunque él que tan siquiera pudiera volver a sentirme atraída por él disparaba una alarma en mi subconsciente.

Rei suavemente al notar que había evadido hábilmente mi comentario y choqué mi copa con la suya. –A pesar de los años comienzo a darme cuenta que algunas cosas no cambiarán en ti…- Por supuesto me refería a la manera tan sencilla en que podía acercarse a cualquier mujer y por momentos hacerla sentir el completo centro de su atención… -Algunos cambiamos para bien y dejamos los jeans y las blusas atrás… otros en cambio…- lo miré burlona fijando mi mirada en la suya, sabiendo que él siempre supo distinguir cuando hablaba en serio y cuando no… Observé brevemente el hermoso paisaje citadino que se extendía ante nosotros esta noche, y mi mirada se oscureció distraída al escuchar su última pregunta y a la vez notar que era el mismo sitio al que había planeado atraer a alguien más tan solo unos minutos atrás. Recosté mis caderas en la pared del balcón y curvé una media sonrisa en mis labios. –Como bien lo has dicho, los años no pasan en balde querido… No soy la misma que conociste…- El silencio nos invadió mientras la brisa a nuestro alrededor parecía tornarse más fuerte agitando su cabello entre el juego de sombras que producían las luces a nuestro alrededor lo cual tornaba su rostro aún más atractivo… –Aunque tal vez con el tiempo suficiente a nuestra disposición descubramos que a pesar de ello seguimos teniendo cosas en común... no crees?-

Repentinamente un olor diferente irrumpió en el balcón, interrumpiendo la posibilidad de obtener una respuesta, lo cual me resultó bastante molesto. La estela de penetrante perfume que la mujer frente a mi dejaba a cada momento al moverse incensantemente alrededor de Aaron, irritaba mi olfato al resultarme desagradablemente empalagoso. Jugué con mi copa agitándo su contenido con la mano mientras observaba la escena que se desarrollaba frente a mis ojos y como prácticamente la susodicha estaba a punto de desvestirlo frente a mi, quedando a las claras por su manera de comportarse cual era el tipo de relación que mantenían aunque por supuesto nada de eso era de mi incumbencia... Aparte la satisfacción que me produjo el que él no recordara su nombre solo se debía a lo entretenida que resultaba la escena, nada más.

Mi atención se desvió nuevamente hacia Aaron al escuchar la manera en que me describía ante ella, aunque no me sorprendió el que me llamara vampiresa, había adivinado rápidamente mi naturaleza. Mientras él la observaba a ella sonrei hacia la chica mostrándole mis blancos y afilados colmillos con lo cual la vi correr como alma que lleva... el diablo? Mmmm... en este caso más bien se alejaba de él... Chasqueé mi lengua suavemente al escuchar su comentario sobre el parque. -Ah vamos querido... podría apostar a que no has dormido allí desde la época en que te conocí... No dudo que te sería fácil encontrar mejor alojamiento aunque no metería las manos al fuego por la calidad de la compañía... De todas maneras estoy segura de que Sabina estaría feliz de acogerte si la llamas y le dices lo arrepentido que estás... Aunque usé un tono ligero al decirlo la idea no dejo de perturbarme de manera extraña. Estuve a punto de sugerir una alternativa pero su siguiente observación me detuvo.

-Lo descubriste rápidamente. Intuí que sería así desde el momento en que te vi acercarte a mi y tu presencia me envolvió revelándome a mi... a mi mejor amigo... Me acerqué a el distinguiendo el aroma que emanaba de su ser, aspirándolo mientras daba una vuelta lentamente a su alrededor , sintiendo como mi sangre ebullía ligeramente al recordar mis anteriores encuentros con seres de naturaleza similar a la suya aunque en Aaron parecía permanecer aún un vestigio de humanidad. Si soy una vampireza... y tú... eres ahora más que mi viejo amigo... Pasé suavemente mi dedos por su mejilla bajándo por su cuello adonde una de mis uñas hizo brotar una pequeñísima gota de sangre, mis ojos se encendieron pero la diminuta herida se esfumó como si nunca hubiese estado allí... Mi mirada se encontró con la suya una fracción de segundo diciéndole sin ncecesidad de palabras que sabía lo que era él. -No es necesario que me lo cuentes a menos que quieras...

Algo diferente parecía ahora hacerse presente en el balcón, una cierta electricidad que flotaba en el ambiente tan sólo con devolver su mirada, y que se encontraba entre nosotros desconcertándome sobremanera. Ante todo porque llevaba años sin saber nada de él y porque no entendía como unos minutos bastaban para hacerme olvidar que había pasado tanto tiempo, pareciendo de repente que tan sólo hubiese sido ayer. Sabía sin necesidad de decirlo que nuestra amistad continuaba intacta y que él seguía siendo parte de Julianne Townsend como lo había sido hace años, aunque ahora fuésemos realmente diferentes en más de una forma. Sacudí ligeramente mi cabeza tratando de recuperar la lucidez de mis ideas pero estas parecían enmarañarse más a medida que transcurría el tiempo junto a él en el balcón.

Recosté mis hombros en el barandal dejando que la brisa azotase mi rostro, aunque por supuesto no sentía frío, muchas de las sensaciones humanas ahora me resultaban totalmente ajenas, de hecho también muchas de ellas me parecían inútiles… Y sin embargo, algo ahora hacia que mis certezas parecieran tambalearse lo cual en cualquier otro momento me hubiera resultado irritante y harto risible. –Es cierto que siempre nos conocimos muy bien… Recuerdo que en ocasiones me resultaba molesto que adivinases tan fácilmente lo que me proponía y en otras me sorprendías al pensar lo mismo que yo adelantándote a hacer algo que yo misma hubiese hecho. –

Giré hacia él observando su perfil mientras el parecía ensimismado en el paisaje nocturno. -Aunque dudo mucho que tu intención al invitarme a este balcón fuese el permitirme alimentarme de ti…- Sonreí sombríamente. –Antes de presentirte en este lugar mi intención era seducir a alguno de los desdichados de la fiesta atrayéndole a este rincón y así saciar mis instintos por esta noche… Asi que tu descripción de hace unos minutos con respecto a mi no estuvo tan errada… Que te parece la nueva Juli comparada con la anterior?- Rei ante mi estupida pregunta, para un demonio una vampiresa debía resultar sumamente predecible. –Yo en cambio no volví a visitar el parque nunca más.- Era extremadamente inútil rememorar el pasado… o lo había sido, ahora repentinamente tenía deseos de hacerlo... –De verdad has dormido en el parque?- Mi mirada se suavizó inadvertidamente al encontrar la suya, de alguna manera el estar aquí con él me hacía sentir como alguien que no había sido desde hace años... alguien que nunca pensé que podría revivir...sentía él lo mismo?

Por momentos una tenue sonrisa se dibujaba en mis labios al escucharle recordar aquellos viejos tiempos, orillándome a que las imágenes continuasen viajando en mi mente, sin que yo pudiera o quisiera detenerlas. –Recuerdo que de niños nos cuidábamos mutuamente las espaldas al robar, alertándonos el uno al otro en caso de que advirtiésemos que nos atraparían… y las veces en que nos escapamos por un pelo pero no sin que nos dieran antes alguna paliza, y luego tuvimos que atender los golpes del otro o incluso alguna mordedura de algún perro que nos había correteado hasta alcanzar alguna cerca y brincar sobre ella…- En realidad, aunque no lo decíamos con palabras, bastaba saber que el otro estaba allí para que los golpes y las torceduras que compartíamos nos resultaban más llevaderos… Recordaba como me deslizaba de mi cama en el orfanato a media noche, cruzando el pabellón de las niñas para encontrarnos en algún punto convenido antes de fugarnos otra vez de ese lugar y hacer de las nuestras, sin importar que aún nuestras magulladuras estuvieran frescas, de alguna manera al encontrarnos recuperábamos las ganas de volver a las andadas y nos convencíamos de que éramos invencibles.

–Recuerdo perfectamente como te hiciste una pequeña cicatriz aquí…- Extendí mi mano hacia él al acercarnos, tocando suavemente su cabello para apartarlo de su frente y rozar el área donde se había lastimado al defenderme de un patán borracho que buscaba algo de mí en alguna callejuela de mala muerte. Lo observé dándole las gracias otra vez en silencio, tan solo con la expresión de mi mirada, que por momentos perdía el tono de indiferencia con que trataba a la mayoría pero que no podía mantener con mi antiguo compañero de fechorías. –Y también recuerdo perfectamente lo terco que eras al fumar.- Le di un golpe como solía hacerlo hace años cuando hacía algo que me desagradaba, con la palma de mi mano abierta sobre la parte de atrás de su cabeza. -Eras un terco y el verte fumar ahora me confirma que a pesar de los años lo sigues siendo.-

Suspiré al ver como el humo del cigarro hacia pequeñas espirales entre nosotros fundiéndose con la brisa a nuestro alrededor. -Encontrarte a través de los años ha sido mi constante…- Aquella segunda vez en que nos reencontramos cuando había cambiado de padres adoptivos y sentía que nunca pertenecería a ningún lugar reapareciste en mi vida, demostrándome que de algún modo siempre serías parte de ella… y con el pasar del tiempo, aún después de que te marchaste algo me decía que nos volveríamos a ver… y ahora que estábamos nuevamente aquí a pesar de no haber sabido nada de ti desde hace tanto, de alguna manera no me sorprendía que estuvieras tan solo a unos centímetros de mi, en este balcón. –A quien le importa lo que seamos? Niños, adultos, ladrones, vampiros, demonios… seguimos siendo tú y yo… - Mis últimas palabras se fundieron con la ruidosa música que provenía del salón de baile por lo que probablemente él no las había escuchado. Y aquí estaré si me necesitas... De repente alguien entró en el balcón, interrumpiéndonos antes de murmurar una excusa de borracho y retirarse tambaleando por el lugar. Rodé mis ojos con aire de fastidio. –Estarás por acá mucho tiempo?- Alicé distraídamente mi vestido, mientras esperaba su respuesta… aunque la pregunta más bien era: te seguiré viendo?

Mientras esperaba su respuesta a mi pregunta pude notar como en el interior del salón la gente comenzaba a concentrarse más en la canción que en ese momento tocaba la banda, las risotadas cesaban y eran reemplazadas por murmullos de aprobación. En realidad poco me importaba nada de eso, tampoco me importaba un comino la gente que se encontraba adentro, sólo acudía a estas fiestas por una razón y aunque esta noche por primera vez esa razón no se concretaba en lo absoluto, mi objetivo pasaba a segundo plano. Ahora solo me concentraba en escuchar las palabras de Aaron. Y sin embargo estas no llegaban, me parecía que reflexionaba, tal vez buscando la mejor manera de decirme que se marcharía otra vez. Una ligera mirada de satisfacción se reflejó en mi rostro cuando su cigarrillo cayó hacia el precipicio pero al mismo tiempo me invadió la sorpresa cuando él comenzó a acercarse hacia mi. Mi mirada se fijó en la suya sin poder apartarse un instante y mi mano alcanzó la de él calzando en ella perfectamente. Mis ojos adquirieron un tono de curiosidad e intuyendo que debía acercarme más, mis pies avanzaron en su dirección. Su mano se posó en mi cintura con toda naturalidad, y entonces fue cuando me di cuenta de lo suaves y fuertes que podían ser sus manos a la vez, por unos segundos mi mente se preguntó lo que él podría hacer con ellas, si sus amantes encontrarían excitante el sentirse a su merced, sabiendo que esas manos que no dudarían en lastimar a un adversario serían las mismas que recorrerían su cuerpo durante la noche... Acaso temblarían de expectación al imaginar de antemano el sentirlas ya acariciando su cuerpo por completo? Qué sentirían bajo el primer contacto? Bajo el primer roce? Era por eso que la tal Sabina se había visto tan deseosa de llevarlo consigo de regreso a la habitación? Mis ojos se entornaron pensando en ello y comencé a moverme al compás de la música, de inmediato me recriminé por tan siquiera imaginarme la escena. Qué me importaba a mi lo que ocurriera entre cuatro paredes cuando él se marchaba de regreso a su habitación. Qué me importaba si sus manos eran hábiles y complacientes al acariciar sus cuerpos, moldeandolas a sus deseos... Gruñí mentalmente. Sus asuntos eran sus asuntos. Basta.

Suspiré, apoyando mis manos sobre sus hombros, recosté mi mejilla sobre uno de ellos y cerré los ojos, bailando suave y despacio al compás de la música. Alejé mis pensamientos anteriores pero a pesar de sus palabras, estos volvieron a desvelar más recuerdos. -Aquella vez en el hospital, después de lo de la botella, pensé que morirías... a la mejor era tonto pensarlo pero tu rostro estaba tan pálido... tu cuerpo yacía sobre la cama, no te movías, no respondías cuando te llamaba, y yo no podía hacer nada más que esperar a que te recuperases...- dije esto apenas en murmullo, otra vez perdiéndose con la letra de la canción. Cómo explicar lo que sentí aquella noche al no saber si estarías bien, sintiendo como la culpa me carcomía, como el aire parecía faltarme impidiendome respirar, como la vida regresó a mi cuerpo en el momento en que abriste los ojos y dijiste mi nombre.

Tu piel y mi piel vez que se reconocen es la memoria que hay en nuestros corazones. Di un respingo al escuchar esa letra que pareció quemarme estremeciéndome de los pies a la cabeza. No entendía que me pasaba, estaba perdiendo el control de mis emociones. Una risita sárcastica escapó de mis labios. Emociones? Qué diablos? La abstinencia de sangre debía estarme afectando... Me aparté de él. -Me temo que se nos acabó el champagne.- Le enseñé mi copa vacía, recuperando gracilmente la compostura. -Aunque me encantaría volver a llenarla y brindar contigo. Tienes mucho que contarme. Qué has hecho todo este tiempo? Quiero saber más de ti, la ocasión no se nos presenta a diario. Tenemos que celebrar.-

Mi cuerpo se sentía extraño, como si comenzase a despertar de un letargo que me había mantenido semidormida en los últimos años facilitando mi transición a lo que era yo en este momento. Sin embargo, aún no entendía muy bien que era lo que me pasaba, porque me embargaba la sensación de que finalmente encontraba aquello que me era indiscutiblemente necesario para sobrevivir pero que había enterrado en mi mente y en mi memoria convenciéndome de que nada me era indispensable. La sensación me sobrecogía por momentos mientras mi mirada seguia los movimientos de Aaron aunque no pude evitar que una ligera sonrisa se asomara en mis labios al verle arreglar todo y recordar que era típico de él siempre poner manos a la obra cuando alguno de los dos manifestaba algún pequeño deseo... De repente parecía como si volviésemos a ser los mismos, como si a pesar de lo diferentes que eramos ahora de alguna manera eso no marcase ninguna diferencia entre nosotros... podíamos retomar las cosas donde las habíamos dejado. Mis pensamientos comenzaban a confundirme. Retomarlas?

Tras cerrarse las cortinas del ventanal, tomé asiento frente a la pequeña mesa, tratando de distraerme observé el efecto resultante en el balcón, el ambiente era agradable para los estandares de la mayoría... De hecho, ni yo misma lo hubiese preparado mejor, y solía prepararlo todo muy bien cuando me interesaba en algún blanco... Si esta fuese la ocasión estaría enfrascada en utilizar todos mis encantos y asi empezar un pequeño juego con mi acompañante... pero ahora nada de eso tenia la menor relevancia. Decidí que estaba analizando demasiado las cosas, al diablo con todo, solo me importaba lo que pasaba ahorita. Me incliné para brindar con un suave entrelazo de nuestras muñecas, el acercamiento de nuestros rostros, algo que me inclinaba a querer permanecer asi, cerca de él. Noté un cambio apenas perceptible en sus ojos... que era lo que veía en ellos? Sus palabras... hablaba del despertar de los recuerdos o era más bien... el despertar de algo que se reflejaba en su mirada, que me recordaba lo que era estar junto a él, escuchar el eco de nuestras risas juveniles, la manera en que nos apoyabamos el uno en el otro, confiar en alguien ciegamente, saber que es parte de ti...

-Brindemos por ese despertar...- Mi voz sonaba dulce y serena junto con el pequeño chin chin del cristal al hacer chocar nuestras copas, mojé mis labios con el champagne al mismo tiempo que él, sin apartar mi mirada. -Que este sea solo el comienzo de este reencuentro.- Coloqué la copa en la mesa, pero mientras mis dedos se entretenían jugando con el borde del cristal sus palabras continuaban en mi mente. Quiero brindar por lo que significa que estés aquí... Hice un esfuerzo por recobrar el dominio de mi misma, reanudar la conversación. -Dormirás en el parque esta noche? No preferirías algún lugar más cómodo y cerrado? A menos claro que ya tengas planes en algún nuevo alojamiento...- dije esto último con un tono casual, pretendiendo no interesarme demasiado en la posibilidad de que ya tuviera una nueva chica en su horizonte... tratando no darle importancia al hecho de que sus palabras me habián llegado más hondo en unos segundos de lo que cualquiera me había dicho en meses, de que lo que significaba para mi que él estuviese de nuevo aquí...

Levanté mi copa y jugué con ella en mi mano, agitando el liquido espumoso del champagne, recostándome un poco más en la silla, pero sin despegar mi vista de él. Hace tan solo unos minutos le había comentado que no había regresado nunca al parque. Mi mirada se paseó sobre su hombro observando el cielo nocturno detrás de él y a un pequeño puñado de estrellas que le adornaban en ese momento y parecían brillar más que la luna. Esta noche la luna se presentaba algo tímida, permitiéndome observar solo su cuarto creciente, pareciendo más bien ser las estrellas las que nos iluminaban aún más que las luces artificiales del balcón. Era cierto que no había regresado jamás al parque y que tampoco había deseado detenerme a pensar en mis motivos para no haberlo hecho en todos estos años... Sabía perfectamente al pasar de largo y apresurar mi paso en la dirección opuesta que no deseaba ver el mismo cielo nocturno que ahora se apreciaba desde una banca en el parque. Mi mente no me permitía la posibilidad de acostarme en la grama sintiendo como el viento azotaba las ramas de los árboles cercanos, haciendo susurrar las hojas al moverse... No quería entrecerrar mis ojos para escuchar mejor lo que me decían, sabiendo de antemano que su suave susurro me traería el recuerdo de un solo nombre, que al sentarme en la banca voltearía por instinto para hacer algún comentario a alguien cuyo rostro no se encontraría a la par mia, que al recostarme contra un grueso tronco desearía hablar con él como cuando solía buscar su opinión sobre algo, comentar tonterías con el simple deseo de escucharle, o tratar de recordar el nombre de las constelaciones, las cuales él siempre recordaba con más facilidad que yo... y al buscarle con mi mirada solo encontraría un espacio vacío... él ya no se encontraría conmigo. No, de ninguna manera regresaría al parque. Entonces simplemente apartaba la idea de hacerlo aún antes de que se presentase, ahuyentándola y enterrándola en mi subconsiente, de manera que hasta ahora me había dado cuenta de que siempre había estado allí, aunque yo siempre hubiese rechazado el considerarla.

Tomé un trago de champagne, sonriendo a medias al escuchar que ya tenía un cuarto en este hotel. No sé que esperaba, que me dijera que necesitaba alojamiento, o que me preguntase adonde me alojaba yo. Claro que esta noche yo me encontraba sola... El mensaje de texto en mi celular rondó en mi mente unos segundos, pero me dije que una cosa no tenía que ver con la otra. Una era mi presente y Aaron había sido parte de mi pasado, no habia esperado revivirlo, aunque de repente me tomase por sorpresa en este balcón y me mirase a los ojos comprobándome así que se encontraba al otro de la mesa, que no era tan sólo mi imaginación. Escuché sus palabras pero no me quedó muy claro si proponía que volviésemos al parque, o si más bien lo decía como una de esas cosas que uno considera agradables de recordar pero que sabes bien que no volverás a hacer, tal vez era lo último o más bien la manera en que se dirigía a una vieja amiga, pero noté el cambio en el tono de su voz, y no pude pasar por alto esa pequeña pausa... antes de escuchar sus últimas palabras.

Terminé con el contenido de mi copa y tomé la botella sirviéndome más. -Si tienes una habitación en el hotel asumo que te quedarás aunque sea de forma transitoria... bien, es mejor que tengas un plan de respaldo o me habría visto en la necesidad de ayudarte a encontrar alojamiento. Quieres?- Esperé a que me indicase si deseaba más champagne o no. Lo observé en silencio, sin perderme un detalle de su rostro, algo... una indicación, no sé. Qué buscaba yo en sus gestos? Algo que no entendía del todo, algo que se hacía aún más presente entre nosotros tras sus últimas palabras pero que no me parecía posible y por ello lo relegaba en mi mente... o era que de repente valía la pena romper viejos esquemas y perseguir los imposibles... Comencé a vertir el champagne en su copa sin esperar su respuesta. Allí estaba otra vez, la misma sensación de minutos antes de verle, ese nerviosismo mezclado con delirante excitación. -Rayos...- Maldición. Me di cuenta de que había llenado su copa de más y tomé una servilleta para limpiar la mancha de líquido sobre el mantel, dejando la botella sobre la mesa. -Es la abstinencia de sangre, que hace que me distraiga con facilidad...- Lo miré en silencio, por supuesto lo que dije no era del todo cierto, y era muy probable que él se diese cuenta, quise decir mucho más pero mis tercos labios se negaban a hablar, hasta que después de unos segundos logré encontrar la facultad de volver a hacerlo. -Creo que es la manera que tiene la vida de recordarnos lo diferentes que somos ahora... aunque alguna vez en otra pensásemos que seríamos inseparables...-

Sacudí mi cabeza rápidamente, el alcohol estaba haciendo estragos en mi mente orillándome a imaginar situaciones que no venían en el momento, de un instante a otro mi copa quedo vacía y las palabras que no quería que salieran de mi boca comenzaron a inundar el ambiente, pero el único consuelo que tenia era que mis sentimientos aun seguían resguardados, pero cuanto tiempo. Viaje unos momentos al pasado, donde en uno de tantos trabajos que tenía que cumplir fui mal herido, una daga de un ángel protector atravesó mi espalda perforándome un pulmón, por primera vez me sentí más humano que antes, aun con esta ventaja no me hacía nada inmortal y me sentía inservible, en ese momento pensé en Julianne, una mujer aguerrida que sin poder alguno se enfrentaba a cualesquier amenaza y yo yacía en una cama deseando que la vida acabara conmigo por el simple hecho de darme cuenta que ella no seria para mí, no como yo quisiera. Al salir del hospital le redacte una carta, cada epístola la recordaba en la mente, ya que renglón por renglón iba dejando una herida que nunca sanaría… “Julianne, tengo mucho que decir y esta hoja no parece que vaya a ser suficiente. Hemos pasado tano juntos, no parece que hayan pasado ya 15 años desde que te conocí en ese orfanato, donde esa malvada cocinera de negó un plato por ser la “nueva”, donde los demás niños se burlaban de ti, y yo… yo me presente como tu amigo ofreciéndote algo de eso que pudiera ser comida, si es que se le podía llamar así a aquel platillo grumoso que en ocasiones pareciera que sostendría un cimiento de un castillo antes que nutrirnos como se supone deben de ser los alimentos. Tanto tiempo, tantos años, tantas cosas que me niego a olvidar pero por ahora debo de marcharme, me duele decírtelo de esta manera, pero no puedo mirarte a la cara, porque, después de tantas historias me es injusto irme, y más queriéndote decir que… Quisiera que vieras como esta mi pulso al escribir esta carta, como mi nerviosismo me ataca pero es necesario que sepas que te amo, que me enamore de ti desde hace unos años, en aquel baile, nuestro primer baile formal, donde no tuvimos que colarnos para hacer desmanes, aquel baile donde lucias ese vestido negro, elegante, entallado haciendo que tu figura resaltara, cuando te soltaste el cabello después de haberte conocido siempre con un peinado “cola de caballo”, y en el momento en que entrabas al salón, los reflectores asaltaron tu persona haciendo que mi corazón se acelerara sobremanera, y la forma en cómo sutilmente acariciaste mi mejilla y me susurraste al oído que me veía mejor que en otros días, y yo en lugar de adularte me quede callado, te robaste más que mi aliento esa noche. Si te preguntas porque lo calle todo este tiempo es, porque no quería que nuestra amistad saliera lastimada, porque aunque buscaba ese brillo en tus ojos nunca los vi que se iluminaran como los míos al verte, es probable que me equivoque, pero no me doy el tiempo de averiguarlo… Así que pronto nos encontraremos, quizá tu me guardes rencor por no despedirme, o si lees esta carta me buscaras con ansias como yo lo hare cada segundo de mi vida… Julianne te amo no lo olvides… Atte.: Aaron”. Desafortunadamente no pude entregarle la carta, al día siguiente ya me esperaba este destino que no me ha dejado dormir por mucho tiempo.

Mas siempre lleve conmigo estas líneas, no quería que estuvieran regadas en cada habitación, o que alguien más las leyera, y al final de cada día, cada noche esas líneas alejaban todo aquello que me alejara el sueño, llenando mi mente de solo imágenes, recuerdos, su rostro, su sonrisa… La botella de Champagne cayó al momento de ver como el líquido se derramaba después de que mi copa se llenara de más, rápidamente trato de limpiar la mesa con su servilleta y yo de inmediato tomé mi pañuelo para ayudarle, más un escalofrió recorrió mi cuerpo al ver que era lo que caía exactamente en medio de la mesa, quede paralizado notando que ella ya le había puesto la mirada, lo más probable era que siguiera como antes, siempre entraba a mi habitación y hurgaba por doquier, y eso no me molestaba, solo que ahora todo se derrumbaría, el destino me hace jugarretas que no entiendo aun, si ella lo lee, solo hay dos caminos, los cuales no quiero estudiar en este momento, lo único que quiero es recuperar el movimiento después de que el miedo irrumpió en mi cuerpo, ya que esa sonrisa asaltaba su rostro al ver ese papel, que mas que misterioso le incitaba a abrirlo, mientras que poco a poco también se empapaba del alcohol que aun quedaba en la mesa. Sus palabras retumbaron por momentos en mi mente, quizá ella piensa que ya cambiamos, si, lo hicimos, pero solo por azares del destino, ya que me di cuenta que seguimos siendo los mismos, no dejaremos esa esencia que nos dejo el tiempo, no dejaremos de ser Julianne y Aaron, a menos que ella así lo quisiera. Seguía inmóvil, no podía reaccionar mientras su mano curiosa recorre disimuladamente el área limpiando el desorden, sentía como alguien me ataba, ya era tiempo de que ella lo supiera, pero no de esa forma, más estaba listo para lo que pudiese pasar… Asentí con ligeramente con la cabeza aceptando esa hipótesis, pero no sin antes alejarle el pensamiento curioso de esa carta inerte en la mesa con otra pregunta – Eso quiere decir que… piensas que ya no somos inseparables? – Bajé la mirada dejando que mi nerviosismo desapareciera, el peso del mundo, su mundo se aligeraba de una manera inexplicable, no había más que pensar que ella… ella solo me veía… Cerré mis ojos en señal de derrota, una derrota que sabia más amarga en una batalla que jamás luche, mi copa estallo en mi mano, ya no había nada más que hacer…

Mi mano continuó arreglando el pequeño desorden sobre la mesa, otra vez no lograba entenderme a mi misma, por qué había derramado el champagne? No era algo normal en mi. Por qué de repente sentía que la expresión de Aaron me decia tantas cosas, y a la vez me confundía sobremanera, como si en lugar de aclarármelas amenazase con poner mi mundo de cabeza. Pero tampoco era lógico pensar así. El no era ninguna amenaza para mi, muy por el contrario unos segundos de tan sólo verle aparecer en el salón me habían bastado para darme cuenta de que ese lazo que teníamos desde pequeños no había desaparecido con el transcurrir de los años, ni tampoco con nuestras múltiples separaciones, sin importar que camino hubiésemos tomado o que hubiésemos hecho seguía allí, quizás más fuerte que nunca, podía sentirlo entre nosotros, entre el espacio que nos separaba en la mesa, como si de manera invisible nos atrayese el uno hacia el otro. Aún si tuvieramos algo que decir al respecto no importaba porque este lazo habia nacido en el momento en que nos conocimos y no acabaría ya, nos unía más allá de todo lo que pasase, mas alla de nuestras esencias, ya fuesen humanas o inmortales. Aaron y yo... No completé mi pensamiento, porque me di cuenta otra vez de como me miraba, y sus oscuros ojos... me hacían sentír perturbada... Mi mirada se desvió de la suya para posarse nuevamente sobre la mesa, noté de inmediato algo nuevo sobre el mantel y mi mente se aprovechó de ello para distraerse, no era una hoja, o si, era un sobre. Una carta? Mis dedos jugaron acercándose a este. De él? Alcé mi mirada de regreso hacia su rostro denotando mi curiosidad. Sonrei ligeramente mientras tomaba el sobre en mis manos... El champagne lo había mojado pero pensé que el contenido sería rescatable. Abrí el sobre y de repente dudé de si debía leer su contenido, como si algo más allá de mi me dijese que lo que se encontraba adentro era realmente importante... que me afectaría descubrir su contenido, aunque no sabía de que manera... sonrei otra vez para mis adentros, si la carta era de él no tenía porque dudar en leerla, por qué esta noche todo parecía maginificarse en significado? Mis dedos tomaron el papel en el interior y comenzaron a sacarlo haciendo crecer en mi una especie de intuición que me decia que no solo me afectaría a mi sino también a él. Más de repente mi sonrisa y mis dedos se paralizaron al escuchar su pregunta. Había algo en el tono de su voz al hacerla, algo que me dejó muda un instante. Ya no somos inseparables?

Lo observé cerrar los ojos y esa expresión me recordó en demasía aquella que había visto en él tantas veces antes, cuando parecía reflexionar sobre algo y era únicamente en esos momentos de silencio que no podía saber que era lo que cruzaba por su mente. Entonces me lanzaba sobre él y le exigía que me dijera que era lo que estaba pensando o... se las vería conmigo. No, creo que aunque la vida quisiese recordarnos que eramos diferentes, esta se equivocaba si pretendía hacerlo para indicarnos que debíamos separarnos, esta vez la mencionada vida se llevaría un chasco de narices, porque de ninguna manera, yo sabía con toda certeza que yo no podía sep... El repentino chasquido de la copa reverberó en mis oidos, lo observé como si fuese en cámara lenta, el cristal se desmenuzaba y los pedazos flotaban alrededor, aún en el aire, mis instintos reaccionaron con celeridad, mi habilidad para recorrer distancias en fracciones de segundos superando la de los demás me permitió encontrarme a su lado y tomar su mano, justo antes de escuchar el sonido de los cristales golpeando el suelo. En su mano había sangre, por un momento, me olvidé de que él era ahora un hibrído, o tal vez lo recordé, o tal vez fue esa antigua costumbre de protegernos el uno al otro, o se trataba en realidad de algo más oscuro dentro de mi... Llevé la palma de su mano hacia mi boca, mis labios presionaron esta suavemente y mi lengua recorrió ávida y afectuosamente la misma, mis ojos se encendieron mientras paladeaba el exquisito sabor de su sangre, era una sensación diferente a cualquier otra, la sangre de demonio siempre me había parecido de carácter irresistible, pero esta vez era algo más que eso, el sabor se mezclaba con el de su parte humana, intóxicandome rápidamente. Si no supiese de su habilidad, le habría ofrecido mi sangre para que sanase más rápidamente, pero en este caso eso no era necesario. Pasé lenta y suavemente la lengua por mis labios, relamiéndome, aún sin poder creer que él pudiese saber de esa manera... Encontré mi mirada con la suya, él me había visto tal cual soy ahora, mi mirada aún se encontraba encendida, mis sentidos se habían agudizado inspeccionándole con detenimiento, en cierta forma viendole por primera vez, desde el punto de vista de lo que ahora soy. Arqueé una ceja al mirarlo, reprendiéndolo por no tener más cuidado, no me importaba que fuese híbrido, también porque él debería de conocer mejor la respuesta a la pregunta que me había hecho. -Creo que sin importar lo que yo piense... tú ya conoces la respuesta... Es algo que sabemos los dos desde siempre...- Intenté disimular el hecho de que por primera vez en la vida me sentía nerviosa ante lo que alguien podría pensar tras haberme visto actuar impulsivamente en mi verdadera naturaleza.

-Creo que los encargados no estarán muy contentos de ver el desorden que hemos causado.- Solté su mano suavemente y señalé los vidrios y el mantel. Aún se encontraba allí el sobre. Lo observé unos segundos. Antes de correr hacia Aaron había vuelto a caer sobre la mesa al deslizarse de mis dedos. -De todas maneras... en qué estabamos?- Lo miré detenidamente mientras aguardaba su respuesta.